Éste fue un año de definiciones internacionales: Corea del Norte realiza dos ensayos nucleares y lanza cohetes intercontinentales, dejando clara su decisión de seguir siendo soberana. Obama es elegido Presidente de la gran potencia, lo que origina, en quienes creen en milagros, esperanzas de cambio positivo hacia los países iberoamericanos; se firma el convenio Colombia-EEUU para la instalación de 7 bases militares norteamericanas en el vecino país, lo que es un paso decisivo del imperialismo contra la soberanía y democracia de nuestras naciones y, en especial, de Venezuela, al romper el equilibrio de fuerzas de la región; se produce un golpe de Estado en Honduras, claramente organizado por el Departamento de Estado, lo que nos indica su conducta hacia los cambios en nuestros países, y que no fue enfrentado en forma inteligente por su liderazgo emergente, que permaneció en la ambigüedad de pedirle al golpista mayor que repusiera al presidente derrocado.
También en Venezuela hubo definiciones: Se promulga una ley electoral que sobreestima a quien saque más votos otorgándole la mayoría absoluta de los organismos representativos, la cual es rechazada por el PCV y el PPT, partidos de gobierno, y por un sector amplio de la sociedad, que no incluye a la oposición que pudiéramos llamar tradicional, la cual la apoya; se descubren coincidencias estratégicas entre el gobierno y la oposición, en relación con la política petrolera (modelo de explotación, empresas mixtas, ventas a futuro, activos como garantía), la inmunidad jurisdiccional del Estado en el manejo de las controversias en contratos de interés público, la Ley Orgánica de Procesos Electorales, el impulso y mantenimiento de la polarización política gobierno/oposición y el fabuloso enriquecimiento del sector financiero; el apoyo al Presidente cae por debajo de 50 por ciento y comienza a formarse un nuevo sector político diferente a los dos existentes, que no apoya a la oposición ni tampoco muchas de las políticas gubernamentales.
Como venezolano común y corriente y aprovechando la finalización del año 2009, me voy a permitir efectuar algunas recomendaciones a diferentes grupos y sectores de nuestro país, en relación con su práctica política futura. Al pueblo venezolano, que trate de actuar cerebralmente, sin que sus necesidades, sentimientos y simpatías lo obnubilen, lo confundan o lo ofusquen, contrastando permanentemente lo que la gente dice con lo que hace, teniendo siempre a la práctica social (lo que sucede) como único criterio de verdad y estudiando sistemáticamente para aumentar su conocimiento del mundo y de los hechos políticos, para evitar ser engañado y manipulado por quien sea.
Al Gobierno, que entienda que la manera legítima de seguir en el poder no es promulgando leyes que lo privilegien, ni recurriendo al terrorismo judicial o de la Contraloría , sino haciendo un gobierno que trabaje para las grandes mayorías del país y no sólo para una parcela del mismo, por lo que debe dedicarse a gobernar y a hablar, prometer y amenazar menos; que debe erradicar la corrupción y sancionar a los corruptos, enfrentar científicamente la inseguridad, creando una nueva policía en la que no participen las actuales, con gente honesta y experta en el área; dar salud a la gente, con profesionales venezolanos bien pagados, una sola jefatura de salud y desempolvando la propuesta que se le entregó en 1999; garantizar calidad educativa a los venezolanos y formar profesionales altamente capacitados y competentes, que impulsen el despegue del subdesarrollo, mediante el desarrollo de las ciencias y la tecnología; desarrollar la industria petroquímica y la química orgánica industrial y vender menos combustible fósil, rehabilitar los barrios existentes para convertirlos en ciudad, quitando a los fracasados y reincorporando a quienes saben de la materia, y abandonar la economía de puertos, tan proclive a la corrupción, por una de producción nacional que, utilizando la experiencia y conocimientos de quien los tenga, nos haga realmente soberanos.
A la oposición, que se convenza de que tener a Puerto Rico y Panamá, como modelos para transformar a Venezuela, está muy lejos de ser un futuro luminoso para nuestra patria y un ideal mayoritario de los venezolanos; que no siga confundiendo el anti-chavezcismo con la actuación anti-nacional, que deje de decir “no” para proponer opciones distintas y que cambie todo su liderazgo, pues el actual tiene demasiado pantano encima, por no decir otra cosa, del pasado.
A quienes están dejando de apoyar al gobierno de Chávez, que no cometan el error de juntarse con la oposición existente, que permanezcan críticos con argumentos perfectamente cimentados y con proposiciones alternas bien justificadas, que vayan organizándose paulatinamente y no se dejen chantajear con la acusación de ser traidores y de haber saltado la talanquera. Los traidores están en otra parte y los fracasados también.
Feliz año 2010
La Razón, pp A-8, 27-12-2009, Caracas
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