Como parte de Nuestra América, recostadas entre el lado nor-este del continente suramericano y el arco este del Mar de los Caribeños, subsisten bajo diversos tipos de control colonialista de los viejos imperios europeos y de los Estados Unidos, pedazos de Nuestra América, que revela la inconclusa tarea liberadora de nuestros pueblos contra toda forma de dominación y explotación imperialista sobre nuestras tierras, riquezas y pueblos.
La vorágine de la guerra que desarrollaron los pueblos del continente americano en el siglo XIX en contra del imperio español, no se extendió hacia tales posesiones coloniales, por cuanto el imperio ingles, dominante en las aguas del Mar de los Caribes, se convirtió, en razón de las contradicciones inter-imperiales, un aliado táctico, cuyo reconocimiento de la independencia de la llamada “Hispanoamérica” y el apoyo militar, en algunos casos, influenció el curso de la guerra y la derrota final del imperio español. Sin embargo, las oligarquías, en su alianza con los viejos imperios y su sometimiento al imperialismo norteamericano, renunciaron a la solidaridad y al apoyo de estos pueblos, favoreciendo su dominio y explotación colonial.
A pesar de que en estos pequeños territorios no se desarrollaron procesos de lucha armada en contra del colonialismo, el agotado viejo sistema colonial fue cediendo su dominio a las nuevas clases de los descendientes africanos y, de hindúes y africanos en otros casos, para una transición pacifica con un modelo político neocolonial en el cual se garantizaba el ejercicio limitado del gobierno local con el control de la metrópolis imperiales de los asuntos tributarios, seguridad y relaciones exteriores, perpetuando hasta nuestro días, con algunos cambios de cuasi-independencia y autonomía, su dominio sobre estos habitantes, riquezas y territorios.
Los actuales cambios que se están produciendo en la geopolítica mundial y, en particular, en nuestro continente, por la pérdida de la hegemonía mundial norteameircana derivado de su crisis sistémica terminal como fuerza económico-financiera dominante, viene provocando una revalorización geoestratégica de estos viejos enclaves coloniales, cuyas ubicaciones en norte del atlántico sur y en el arco insular que cierra el Mar de los Caribeños, los convierten en plataformas fundamentales para un nuevo posicionamiento y movilidad de fuerzas estratégicas que pudieran ser utilizadas en operaciones militares en contra de países de Nuestra América.
Las pequeñas bases y las facilidades de atraque, reparación y abastecimiento en las excoloniales y posesiones coloniales británicas, francesas y holandesas y norteamericanas en el Mar Caribe y el norte del Atlántico, adquieren, para los planificadores militares del Departamento de Estado de los Estados Unidos y sus pares del Comando Central de ATAN, un valor incalculable como “Cerco de Hierro” sobre el continente suramericano, controlando sus rutas comerciales y energéticas hacia China, lndia y la Federación Rusa, limitando su desplazamiento e influencia sobre el inmenso espacio del Mar de los Caribeños.
Sin duda, las iniciativas de PetroCaribe, ALBA, Asociación del Estados del Caribe e, incluso, la extensión de UNASUR hacia Guyana y Surinam, tiende a neutralizar, en el Mar de los Caribeños y su extensión en el Atlántico Suramericano, la maniobra de los Estados Unidos y la OTAN de convertir al Mar Caribe en bases de operaciones de sus planes de reconquista mundial y de superación de la crisis global del Capitalismo a través de la guerra y el control de la fuentes principales de energía y materia prima de nuestro continente.
Profundizar la cooperación, la integración solidaria y avanzar hacia la unidad de todos los pueblos de Nuestra América, incluyendo los antiguos territorios coloniales, es esencial en una estrategia de Paz, que neutralice los planes guerrerista de los nuevos “Piratas Del Siglo XXI” que, con sus modernos navíos y sus aviones de guerra amenazan la Paz y la Seguridad de América Latina y el Caribe y los procesos de cambio democráticos, soberanistas y de Justicia Social que vivimos en nuestro continente. “LA PATRIA ES AMERICA” (Simon Bolívar.
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