La “olidroguía” paramilitar y narcotraficante que mal gobierna Colombia, que no tiene límites en su voluntad de sostenerse en el poder mediante una guerra genocida de 60 años y entregar el sagrado territorio colombiano a los Estados Unidos para amenazar y agredir a otros pueblos hermanos; ha decidido incorporarse - solo lo retarda el adverso clima electoral - a la Guerra imperialista contra el pueblo afgano, lo que confirma su propósito de servir en Suramérica a la estrategia glogal de reconquista del planeta, trazada desde el Comando Central de la OTAN y el Departamento de Defensa de los Estado Unidos.
La presencia de una compañía de las Fuerzas Militares colombianas en Afganistan con el objeto de reforzar las desmoralizadas tropas de la OTAN, en su frustrante propósito de derrotar las ecurridizas y efectivas guerrillas del Movimiento Taliban y de otros grupos resistentes a la ocupación imperialistas, debe ser considerada en el marco de la estrategia global de los poderes fácticos del planeta que miran con fundada preocupación, la pérdida de sus hegemonías por el surgimiento de procesos soberanistas, independentistas y de articulacion geopolítica en sus antiguas zona de dominio, las cuales amenazan su control del planeta y, en consecuencia, su sobrevivencia económica, política y militar.
La Guerra contra los pueblos uzbeco, pastuso, adjazo y de otras nacionalidades que se reparten el agreste territorio de lo que hoy se denomina Afganistan, es una guerra tipicamente de conquista imperialista, por lo que la presencia de varios batallones del criminal e inepto ejército neogranadino tiene que valorarse más alla de las contraprestaciones por el apoyo financiero, politico y militar otorgado por los Estados Unidos a esa “olidroguía” en su lucha contra la insurgencia y la resistencia popular, para situarla en el plano de su visión estratégica de los nuevos santanderistas de luchar al lado de quienes garanticen la preservación de su dominio nacional y le otroguen el beneficio de cumplir - cual Israel - un papel hegemónico en su pretendido sueño de derrotar la insurgencia popular, democrática y revolucionaria que hoy avanza en toda Nuestra América.
La decisión de la vieja oligarquía santanderiana de enviar en 1952 al Batallon Colombia a pelear en la Guerra imperialista de Corea al lado de los Estado Unidos y otras potencias capitalistas mundiales, representa un antecedente relevante de esta nueva decisión de participar en la Guerra de Afganistan y, confirma, que la “olidroguía” santanderiana se está preparando, conscientemente, para cumplir su nuevo papel de Puesto de Avanzada Estratégica en Suramérica del Ejército del Estado Global que construyen los Estados Unidos y la OTAN, con el fin de derrotar las luchas de los pueblos por su soberanía, independencia, paz, democracia y Justicia Social.
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