1. En Cuba –anunció el pasado domingo el presidente Raúl Castro- sobra uno de cada cinco puestos de trabajo, equivalente a más de un millón de personas que tendrán que reubicarse. Señaló que si no se endereza la economía, está en riesgo el sistema político de la isla. Reducir el gasto público a su nivel indispensable, impulsar la agricultura, eliminar subsidios y el mercado negro y convertir al salario en una necesidad imperiosa. Pidió calma a quienes dentro del país reclaman cambios inmediatos. Sobran cientos de miles de trabajadores en los sectores presupuestado y empresarial, con plantillas de trabajo terriblemente infladas. Tenemos el deber de enfrentar con firmeza y sentido político. Lucharemos por crear las condiciones para que haya empleo productivo para todos, pero subrayó que no será el Estado el que resuelva la reubicación de los despedidos. Los primeros interesados en encontrar un trabajo socialmente útil deben ser los propios ciudadanos.
2. Esas expresiones del segundo máximo dirigente de la Revolución son alarmantes en un país que lleva 50 años “construyendo un sistema socialista o comunista igualitario” imposible. Ha sido muy heroico resistir –en una isla de 11 millones de habitantes- el acoso permanente de los tiburones asesinos que durante ese mismo medio siglo la han acordonado y acosado para evitar su comercio, inversiones, boicotear su producción y, además, para invadirla cuando fue necesario. Pero la heroicidad, por más grande que sea, lleva al cansancio si no hay compensación mayor que haga crecer las esperanzas en un mundo mejor. El igualitarismo, la solidaridad, el evitar la muerte por enfermedades curables, la educación, han sido problemas que Cuba ha resuelto y está muy por encima de muchísimos países del mundo, pero si el objetivo fue la construcción de una sociedad igualitaria de bienestar y con libertad plena, eso no se logró.
3. En los primeros siete u ocho años de la Revolución pudimos observar profundos y rápidos cambios internos que crearon las bases del igualitarismo, pero luego los cambios para el desarrollo que requerían de intercambios de productos con el resto del mundo, el bloqueo impidió que se hicieran. Pero también fue creciendo una burocracia –que el mismo gobierno denunció y no pudo frenarla- que lentamente fue opacando la relación pueblo/gobierno. Si bien no se trataba del “socialismo en un solo país” sino del “socialismo” en alrededor de 15 naciones, la realidad fue que no eran socialismos sino burocracias estatales –surgidas por acuerdos entre país de la segunda guerra mundial- que aplicaba las mismas políticas del mercado capitalista. En este punto el Che Guevara fue claro en su discurso de Argelia en 1966 al denunciar a la URSS de vender a Cuba con los mismos precios del mercado mundial.
4. La histórica e interesante polémica que se desató entre Stalin y Trotsky a la muerte de Lenin en 1924, sobre la posibilidad -“que no quedaba de otra”- de construir –según Stalin- el socialismo en un solo país (Rusia) y Trotsky acerca de la necesidad de que la revolución triunfe en una serie de países para que no pueda ser aislada y asesinada, puede aplicarse en la Cuba revolucionaria y otros países donde el voluntarismo de los revolucionarios no pudo con la realidad. El sistema económico mundial capitalista o el imperialismo “última fase del capitalismo” –basado en las guerras y saqueos de recursos, en la terrible e injusta distribución de la riqueza- pudo mantener un siglo o siglo y medio más su dominio. Combinando todas sus fuerzas pudo estrangular económica y políticamente a los voluntariosos países “socialistas” que nunca pudieron separarse de los modelos que el capitalismo impuso.
5. Los gobernantes cuando son honestos e inteligentes pueden imprimir su sello en los cambios sociales, pero son secundarios cuando las estructuras económicas, políticas, sociales y demás están encaminadas hacia rumbos difíciles de cambiar. Cuba, como los demás países dependientes, han vivido subordinados a las determinaciones que los países colonialistas anteriores e imperialistas a partir del siglo XIX, han impuesto a través de las centurias. ¿Qué pueden hacer las naciones endeudadas, con poco desarrollo, con muchas necesidades urgentes de resolver, con reclamos permanentes, sino estar esperanzados en las naciones que las dominan? ¿Qué sucede en el sistema capitalista de mercado cuando los pueblos trabajan sin descanso, cosechan sus productos y luego les pagan una miseria por sus mercancías? Ellos han trabajado día y noche con honestidad, pero los encargados del producto los llevan a la miseria.
6. Estuve en la barricada de las protestas de Cancún, a un metro del coreano Lee, dos minutos antes que se suicidara en septiembre de 2003. ¿Por qué lo hizo? Por impotencia al no poder frenar -junto a las decenas de miles que protestábamos- los acuerdos que sobre el subsidio a agricultores gringos y otros países- se estaban tomando a 300 metros en la cumbre de la OMC. ¿No han sido acaso heroicas las luchas que los altermundistas (globalifóbicos) han dado en muchos países para evitar los acuerdos contra los pueblos, en cumbres dominadas por los países imperialistas encabezados por los EEUU? Mientras en casi todos los países se hacen sacrificios, en tanto los pueblos entregan sus energías y vida al trabajo, los poderosos países acuerdan medidas que lesionan los intereses de los pueblos. Es lo que le pasó a Cuba y a los gobernantes cubanos contra su voluntad, pero sucede a países como México beneficiando a las clases dominantes.
7. En Cuba solo hay dos caminos: a) seguir la ruta de la lucha, los sacrificios, la dignidad y la independencia trazada desde el triunfo de la Revolución en 1959 o, b) abrir el país para que ingresen los grandes capitales, los intereses de los inversionistas y toda la política capitalista que mantiene a los pueblos de América Latina, África y Asia en miserias más profundas, mucho más lamentables que la pobreza pareja que existe en Cuba. El pueblo revolucionario deberá escoger el primer camino y seguir batallando porque el socialismo igualitario sea una realidad. El segundo camino es el que quiere imponer el exilio cubano, el gobierno de los EEUU y sus secuaces para acabar con la rebeldía de Cuba y otros pueblos del mundo. Muchos cubanos dirían que no están dispuestos a más sacrificios porque creen que en México se vive mejor. ¿Por qué no preguntan a los más de sesenta millones de mexicanos que viven en la pobreza, la miseria y el hambre, peor que en Cuba?
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