Este año votaré para presidente de la República al candidato decidido a implementar las reformas estructurales tan prometidas y nunca llevadas a cabo: agraria, tributaria, política, judicial. Y que la de seguridad y la laboral no sean un artificio para penalizar todavía más a los trabajadores y jubilados y beneficiar a las grandes empresas.
Votaré a quien se proponga revolucionar la salud y la educación. Es una vergüenza el desguace del SUS y de la enseñanza pública. De 190 millones de brasileños, apenas 30 millones se agarran esperanzadamente a la tabla de salvación de los planes privados de salud. Los demás son tratados como ciudadanos de segunda, abnegados penitentes de filas hospitalarias, obligados a adquirir medicinas gravadas por una carga tributaria del 39% de media.
Según el MEC, hay 4,1 millones de brasileños, de entre 4 y 17 años de edad, fuera de la escuela. Por tanto, virtualmente dentro del crimen. Nuestros profesores están mal remunerados, la inclusión digital de los alumnos es un penoso camino a ser recorrido, el turno curricular de 4 horas diarias es el barniz que encubre una nación de semianalfabetos.
Votaré a un candidato dispuesto a un control riguroso de la emisión de gas carbónico de las industrias, de los pastos y de las áreas de reserva ambiental, como la Amazonía. No se puede permitir que el agronegocio acabe con la selva, contamine los ríos y utilice mano de obra desprotegida de una legislación laboral o en régimen de esclavitud.
Votaré a quien se comprometa a superar el carácter compensatorio del programa Bolsa Familia y a rescatar el emancipatorio del programa Hambre Cero, abriendo la puerta de salida a las familias que sobreviven a costa del gobierno, de modo que puedan generar su propia renta.
Votaré al candidato dispuesto a cambiar la actual política económica que, en el 2008, canalizó US$ 100 mil millones para amortizar deudas internas y externas y apenas US$ 20 mil millones para la salud. En términos porcentuales, fueron: un 30% del presupuesto destinado al mercado financiero y apenas un 5% para la salud, un 3% para la educación, un 12% para toda el área social.
Votaré al candidato contrario a la autonomía del Banco Central, pues la economía no es una instancia divorciada de la política y de lo social.
Votaré por la reducción de los intereses, la desgravación de la canasta básica y de las medicinas, el aumento real del salario mínimo, la reducción de la jornada semanal de trabajo a 40 horas.
Votaré por la legalización y preservación de las áreas indígenas, de los descendientes de esclavos y ribereños, en diálogo permanente con los movimientos sociales y repudio a cualquier intento de criminalizarlos, por las iniciativas de una economía solidaria y de comercio justo, por la definición constitucional del límite máximo de propiedad rural.
Votaré por el candidato convencido de que urge reducir las tarifas de la energía destinada al consumo familiar y al uso de telefonía móvil. Dispuesto a valorar las fuentes alternativas de energía, como la solar, la eólica, la de los mares y basuras, etc. Y que sea contrario a la construcción de termoeléctricas e hidroeléctricas nocivas para el medio ambiente.
Votaré al candidato que priorice el transporte colectivo de calidad, con precios accesibles subsidiados; que exija la identificación visible de los alimentos transgénicos ofrecidos al consumidor; que impida la participación y el uso de niños en anuncios publicitarios; y que condene vehementemente el trabajo infantil.
Votaré al candidato decidido a instalar la Comisión de la Verdad, de modo que se abran los archivos de las Fuerzas Armadas concernientes al período dictatorial, se juzguen los crímenes cometidos en nombre del Estado y se revele el paradero de los desaparecidos.
Votaré a quien dé continuidad a la actual política exterior, de fortalecimiento de la soberanía e independencia del Brasil, diversificación de sus relaciones comerciales, apoyo a todas las formas de integración latinoamericana y caribeña sin la presencia de los EE.UU.; derecho de nuestro país a tener un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU; de repudio al criminal bloqueo de los EE.UU. a Cuba y a la instalación de bases militares estadounidenses en América Latina.
Votaré, sobre todo, al que presente un programa convincente de reducción significativa de la mayor llaga del Brasil: la desigualdad social.
Éste es mi voto.
Queda por hallar el candidato.
* Frei Betto es escritor, autor de “Calendario del Poder”, entre otros libros. Sitio: http://freibetto.org
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