Tengo sobre la mesa varios ejemplares de El Nacional. Uno de ellos tiene como titular: La Batalla final será en Miraflores. Otro dice: Muerto trabajador de El Palito. También está uno de hace mucho tiempo atrás donde Miguel Otero Silva escribió en todos los cuerpos del periódico. Abro una de sus páginas de opinión y leo un artículo de Matías Carrasco,- Aníbal Nazoa-, en su columna: Aquí hace Calor. Antes había prestigio en ese periódico.
Estaba tan metido en la lectura de la columna de Kotepa Delgado, Escribe que algo queda, que no escuché una voz que luego supe que decía. “Levántate y anda, salúdame”. Era Cinthya Machado Zuloaga que estaba parada a mi lado. “Tengo un buen rato diciéndote levántate y salúdame, que pensé que estabas sordo”. Tomó asiento y vio los periódicos que tenía sobre la mesa. Tomó el primer cuerpo de uno de ellos. Y pasó las páginas lentamente. Se detuvo en la página de opinión y dijo. “Augusto Hernández, Luis Briíto García, Earle Herrera, Roberto Hernández Montoya y ¿toda esta chusma chavista escribía aquí?”
El mesonero se acercó con la botellita de agua Evian y el café negro. Colocó la botellita con delicadeza para no tocar los periódicos que estaban dispuestos sobre la mesa. En cambio, el café negro lo montó sobre uno de los periódicos que estaba viendo. Vio a Cinthya y le dijo: “Ese es un periódico de ayer, señorita, en cambio, usted es una mujer de hoy y siempre”. Se marchó, como siempre, de espaldas, para seguir viendo de frente a Cinthya que estaba con una minifalda que tenía visco a medio mundo en el Centro San Ignacio.
Entonces, levantando uno de los periódicos, Cinthya dijo: “Esto dejó de ser un periódico desde el mismo momento en que Teodoro Petkoff llamó Bobolongo a su director. Mi padre cuenta que, antes aquí, había dignidad, y que hasta un boicot le hicieron en los años 60, la Asociación Nacional de Anunciantes, -ANDA- prohibió a sus miembros que publicaran avisos aquí, y Miguel Otero Silva tuvo que irse del periódico para salvarlo, algo así, dice mi padre”
Toma agua y el mesonero suspira desde la barra del café. Y dice: “Estoy de acuerdo con el mesonero, esto es un periódico de ayer. Era ejemplo. Era dignidad. Era talento humano. Y todo se derrumbó”.
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