Para el buen entendimiento de los “rojo-rojitos” que se creen más chavistas que Chávez:
Desgraciadamente, en Venezuela, la política que tienen por seria y formal la clase media y (los “rojo-rojitos”, chavistas sin Chávez), es la política de la democracia representativa adeco-copeyana, y se estima como la superior prenda de hombre de Estado el ser dirigente de esos partidos. No hay ciertamente ningún venezolano de clase media, ni rojo-rojito tan cándido que, por mucha virtud que tenga el Comandante Chávez y por alta que sea su inteligencia, lo creyese un político tan serio y respetable, y sobre todo, temible, como Rómulo Betancourt o Rafael Caldera, lo cual, sin duda, nace de que los nombrados ex gobernantes, robaban y dejaban robar, (también disparaban primero y averiguaban después) y Chávez es un “simple” teniente coronel del ejército.
Mario Silva en su programa La Hojilla nos comenta: Comprendiendo la importancia creciente que adquiere el movimiento Revolucionario, matizo socialmente la doctrina Bolivariana y revolucionaria:
Vamos a integrar la representación revolucionaria con el movimiento gradual, progresivo, constante, inspirado siempre en la justicia social que permitirá al pueblo venir a ejercer el predominio que le corresponde para el cumplimiento de su misión.
Queremos la lucha de clases; queremos que aquellas fuerzas que aún no han llegado al Poder, encarnen en el derecho para alcanzarlo e integrarlo con reformas económicas y sociales.
Mario se preocupa por la mecánica vital del Estado socialista y más estrictamente del parlamentario, que toma como base el modelo burgués.
Mario Silva en la Hojilla nos explica: En Venezuela adecos y copeyanos fueron los representantes de la teoría del Estado constitucional de partidos políticos, característico del régimen liberal burgués. Esta teoría sostiene esencialmente que los partidos representan el criterio de un grupo o sector del país y que, del libre juego de colaboración y oposición entre ellos, ha de surgir la gobernación “perfecta” del Estado. Pero estos partidos violentando todo concepto ético anteponen el llamado interés nacional a otro que se llama interés de partido y grupo.
La prensa debe ser, igualmente, fiel reflejo de la opinión pública y permanecer ajena a la influencia de toda organización política.
Sigue Mario: Este criterio responde a una época en que la acción de estos partidos que podríamos llamar clásicos limitaba su acción a los parlamentos y comités electorales. La realidad política no tardó en hacer caducar esas doctrinas. Ya en la época que nos ocupa, los partidos turnantes de la “democracia representativa” no defendían el interés nacional sino de un sector muy restringido, y por añadidura “quietista”, de la nación.
En cuanto a los medios de comunicación privados, no hay más que echar una ojeada a la prensa escrita, ver la Tv. y escuchar a sus opinadores de oficio, o sintonizar cualquier emisora de radio opositora del entorno.
Sin embargo, lo que interesa aquí destacar es que Mario Silva en la Hojilla fue el primer ente político que hizo un estudio de la opinión pública y de los partidos políticos oposicionistas, oponiendo su opinión a la deformación en la Venezuela de la “democracia representativa” de los partidos del Pacto de Punto Fijo. La pretendida democracia representativa de libertad condicional adeco-copeyana que les servía como pantalla para cubrir un régimen de explotación, saqueo y entrega del país a las transnacionales gringas.
Por lo contrario, Mario Silva: Supo ver más allá del formalismo de los textos constitucionales de estos politiqueros de oficio. Es un realista y su realismo le llevó a poner al desnudo la comedia constitucional de la democracia representativa de los puntofijistas, explica que la constitución verdadera de adecos y copeyanos es el caciquismo, al que define como sigue:
1.º Un colonialismo manipulador de un nuevo género, igual o más repugnante que el colonialismo de frailes y conquistadores, y por virtud del cual se esconde bajo el ropaje del gobierno representativo una oligarquía mezquina, hipócrita y bastarda…
2.º Mario, llega a su penetrante investigación a revelar su trasfondo, oculto tras la fachada parlamentaria. Por eso descubre que la administración del Estado (dirigida siempre por elementos seleccionados por las clases dominantes y al margen de la elección popular) detenta los resortes más decisivos:
3.º Las funciones gobernativa y administrativa son las más interesantes, como que a ellas es debida la omnipotencia ministerial…
4.º El Congreso Legislativo adeco-copeyano podía mantener o derribar el gobierno; pero mientras lo sostenga, su acción (la del gobierno) en la esfera administrativa será libérrima, sin que las preguntas e interpelaciones de los representantes del país sirvan para gran cosa.
Por ese camino realiza una aguda crítica de lo que los oposicionistas entienden por “orden público”; antepone al orden material, e incluso al orden legal, el orden de derecho (basado en la justicia, en lo que él llama derecho del pueblo); este orden de derecho engendra “la legitimidad de la revolución” cuando entra en contradicción con los anteriores.
Pero lo fundamental de Mario es que su actitud no es la del testigo que especula, sino la del hombre que actúa. Es ahí donde supera la mentira de las especulaciones del oposicionismo. El pensar y la vida no se son extraños, dice. Y luego una afirmación que seguirá teniendo inmenso valor para la tarea presente y futura del renacer del socialismo:
Teoría y práctica, no; la práctica es práctica de la teoría: y la teoría es teoría de la práctica y éste es su sentido, su valor y su significación; pues todo está en todo.
Y, en efecto, no hace Mario teoría al margen del quehacer humano. Pone manos a la tarea de desenmascarar al oposicionismo y a ello se da por entero.
Frente a un oposicionismo conservador y a una quinta columna traidora, rapaz, Mario es comunista y beligerante. El pueblo tiene derecho a exigir del Estado todo lo necesario para cumplir su fin racional.
Mario critico de las instituciones caducas, flagelador de la explotación, contribuye también a deshacer la “leyenda blanca” de una democracia bienhechora y de unos partidos políticos paradisiacos en la Venezuela desde el 23 de enero de 1958 hasta el día 2 de febrero de 1999.
Otra de Mario: Existe hoy en Venezuela, sobre todo en el oposicionismo que se cree más adelantado, una tendencia que yo considero nociva; la tendencia de los espíritus superiores o que se creen superiores (que no es lo mismo) a despreciar al pueblo… Parece como que hay esta tendencia a vivir en calidad de “dilettante” en el país, dejando que los arduos trabajos los resuelvan los hombres y mujeres de segundo orden.
Hasta aquí camaradas espero les sirva de algo.
¡Gringos Go Home!
¡Libertad para los cinco héroes de la Humanidad!
Hasta la Victoria Siempre y Patria Socialista.
¡Venceremos!
manuel.taibo@interlink.net.ve