Una granada es una pequeña bomba de corto alcance. Su función es matar o mutilar a las tropas enemigas cercanas. Para lograr el máximo daño esparce decenas de fragmentos en todas las direcciones al explotar. Es decir, además del gran estallido, otros aumentan el daño del dispositivo y acentúan su impacto psicológico.
Desde hace semanas, la actuación de la oposición en el escenario mediático, desde la prensa escrita privada hasta su réplica en la TV, para llegar al ruido y rumor desinformante de la red, ha sido la estrategia de la granada fragmentaria: un dispositivo comunicacional –denuncia o impasse con visos violentos– para posicionar los mensajes de reforzamiento de las matrices definidas en su línea de acción: Gobierno ilegítimo, fraude electoral, crisis política, Estado fallido e invisibilización de Nicolás Maduro. Cada impasse mediático es usado para repetir sin justificación argumentativa las frases preparadas para la segmentación del mensaje y cooptación del espacio redaccional o de tiempo en pantalla de éste.
“El Gobierno ha venido articulando mafias, una cleptocracia, para apoderarse de las riquezas de todos los venezolanos”, “¿Busca el presidente de la AN desestabilizar el país? “Venezuela necesita un golpe de timón”, “A Maduro hay que sacarlo”, “Todo gobierno ilegítimo siempre implosiona”. Tales son las matrices.
Del 18 al 24 de mayo los voceros opositores con más aparición en prensa escrita privada que asumieron el vocerío de la derecha en Venezuela, fueron: Poleo: rol de analista; López: rol de ciudadano denunciante. Aveledo: rol del gran político. P. Medina: rol del pueblo en la calle. HCR: rol del líder mesiánico.
Así, se aseguran la cobertura de la prensa y tiempo en pantalla y el provecho que éstos significan para colocar términos y frases hechas que complementan sus agendas y con el efecto de “secuestro del espacio por saturación” se logra la invisibilización de la gestión de Nicolás Maduro.
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