Estamos en medio de una grave crisis política en nuestro país de la que no puede postergarse más su abierto, participativo y democrático debate. En el seno del proceso revolucionario, aún a pesar de los grandes esfuerzos del presidente Nicolás Maduro por enfrentar la corrupción y hacer un gobierno de calle eficiente. Un amplio descontento por la forma de conducción y estilo de liderazgo se escucha en voces tan autorizadas como las que se concentran en la Plataforma Política Nacional Patria Socialista, por ejemplo la del Profesor Vladimir Acosta en su último programa por Aporrea Radio "De Primera Mano", donde se advierte de esta crisis y sus repercusiones en el sector militar, o el pronunciamiento de Javier Bierdeau en su columna: Gran Polo Patriótico: ¿Alianza Popular Revolucionaria o Alianza Popular Reformista?, publicada en su blog.
Sobre Javier, a quien me une un profundo respeto y estima, recuerdo después de mi Carta Abierta a Maduro, su escrito ¡Epa Nicmer, Cuidado!, donde en un extensa prosa quiso advertirme que era un error poner en duda el liderazgo de Maduro, en una interpretación que distaba mucho de mi planteamiento, pues lo que pretendí poner en debate es la incapacidad de adquirir un liderazgo automático en tan dramáticas circunstancias. Decía Javier que:
"En las actuales circunstancias de la revolución bolivariana, sería un desastroso error y extravío expresar o insinuar que Nicolás Maduro es un simple conductor designado por Chávez, o alguien que no encarna cualidad alguna para ser el Líder del proceso político revolucionario..."
Sin embargo, el 05 de junio del presente año, Javier nos dice:
"Si en el alto gobierno bolivariano son alérgicos al discurso y la práctica de la lucha de clases, podrían sincerar el libro rojo del PSUV en el congreso del año 2014, excluyendo cualquier referencia al discurso y la práctica de las izquierdas revolucionarias (incluyendo obviamente cualquier referencia al marxismo)"
Por otra parte, las últimas columnas de Toby Valderrama, desde "El asesinato del Grano" hasta "Callar es una opción", donde el "Grano" se despide y decide retirarse de sus espacios de opinión pública, constituyen una postura que se puede respetar pero que difícilmente puede pensarse aislada después de una suerte de destape crítico del colectivo que lidera Valderrama.
Después de lo expresado por los profesores Vladimir Acosta, Javier Bierdeau y Toby Valderrama, sin sumar las consecuencias de una compleja y polémica restructuración de la parrilla de Radio Nacional de Venezuela, actualmente en reconsideración, que produjo la salida de Acosta y Valderrama; y la salida de mi programa Memoria Ampliada -que ahora pasará a convertirse en una corta sección dentro de la nueva programación de RNV- y de la aún poco clara salida de Mario Silva de VTV, no me queda más que sumarme a las posturas problematizadoras de todos los antes nombrados, más aún cuando hemos visto los nuevos pasos del ejecutivo nacional en el acercamiento emprendido con dueños de canales privados de información y con sectores económicos contrarrevolucionarios.
Jamás declinaré al derecho a aportar la crítica y las propuestas necesarias en el momento que más se necesita, tal como lo he hecho cuando lo he considerado necesario, enfrentando algunas veces los riesgos de ser satanizado y señalado de trabajador de la CIA o de ser el próximo "salta talanquera". En mi caso, pensar en quedarme de brazos cruzados y callar cuando el chavismo y nuestra revolución socialista está en peligro, me haría sentir cómplice de todo lo que hay que revisar y rectificar.
A pesar de esta compleja circunstancia, no puede quedar ninguna duda de que la intención de toda reflexión crítica revolucionaria es aportar a la mejor orientación y rumbo del proceso político conducido ahora por Nicolás Maduro, a menos de que choque con esa terquedad de que "no hay peor ciego que aquel que no quiero ver". Estoy seguro que todos dentro del proceso estamos dispuestas a generar un espacio de aporte concreto.
Pero la crisis política no sólo es dentro del proceso revolucionario, ya que en este preciso momento, muy alejado de un asunto de profunda discusión ideológica, la oposición vive una crisis de peores magnitudes cuando su gran dilema es un problema de "repartición de cambures" para las elecciones municipales. Son dos las ciudades emblemáticas: Maracaibo y Caracas, las puntas del iceberg, donde las pugnas por un proceso de elección primaria descontextualizado ya, hace suponer tercamente a la MUD y a su secretario Guillermo Aveledo, que es sostenible una crisis que se ha venido gestando por los desatinos políticos reiterados de la dirección de una oposición que, en otras circunstancias, pudieran colocar en un situación de mayor riesgo al proceso revolucionario.
La pugna en Maracaibo por la imposición de Evelin Trejo y la desmedida ambición de Guanipa, sumada a la más profunda frustración política de Antonio Ecarri ante una candidatura de las más perniciosas para la oposición como lo es la de Ismael García, un "matavotos" por naturaleza de la oposición, pero sobre todo, el conflicto a nivel nacional por toda la competencia, ambición y miserias que existen dentro de la oposición, conducida por egos que no caben en sus propios cuerpos, llevarán de manera inevitable a una nueva derrota de la oposición venezolana.
La tapa del frasco: Capriles, el que no reconoce ni al Poder Electoral ni al Presidente Maduro, es el jefe de una campaña, de un proceso electoral en el que no cree, y en el marco de esa gran confusión, la oposición irá a un proceso electoral, donde no se tiene ningún proyecto, y salir de Chávez no es el factor movilizador.
En este marco, la crisis política nacional es un hecho, y el deterioro de las dos fuerzas más importantes del país podrían dar paso a un proceso donde el emerger de nuevas alternativas podría ser una posibilidad, si estás fuerzas no corrigen sus pasos.