Si bien las caricaturas en los medios de prensa escrita se caracterizan por llevar siempre la sátira sobre una acción de bien o mal de cualquier hecho social, económico, político o religioso, en Venezuela desde hace mucho tiempo dejó de generalizarse en ellas, convirtiéndolas en arma directa en contra todo lo que provenga de la Revolución Bolivariana.
Ciertamente, esta impresión artística es una forma de expresar el librepensamiento del comunicador que busca en base a su realidad, compaginar con el sentimiento del lector diario; pero lo de la caricatura que realizó Weil referente al velorio de ratas, que no permitió su publicación en el semanario Dominical de UN para ´´no ofender al Chavismo´´, es uno de esos hechos en los que no sólo los caricaturistas sino editores de los medios escarban en sus archivos, material para seguir enalteciendo el amarillismo y generar controversia para repuntar tanto sus ventas como su fama hueca mal-informativa.
Este tipo de acciones, se viven casi a diario en los medios europeos cuando quieren ofender a una minoría política, racial o religiosa que les ha transformado su cotidianidad en un ´´dolor de cabeza´´ y hacerse eco internacional cuando la gente arrecha y ofendida acciona.
Desde que se generó la guerra contra el terrorismo, los árabes junto a los negros, han sido las mayores atracciones para el conservadurismo y la xenofobia europea, tanto así, que la ira creada a traves de estas ofensas sin pudor han traido con ello fawtas de condena de muerte lanzadas por clerigos musulmanes contra estos pseudo artistas. Nosotros, los ciudadanos venezolanos a diario somos ofendidos con una impunidad rampante sin que el MINCI se pronuncie, quedando frente a la burguesía bufona que se entretiene, como unos ridículos, marginales, entre otros términos peyorativos.
No solo ofenden con nuestras desgracias, también son victimas nuestros símbolos patrios, que de manera absoluta representan nuestra venezolanidad en pleno, independientemente de las posiciones políticas de cada quien. Quizá sonará un poco radical, pero ¿será conveniente declararle una fatwa social a estos comunicadores y de una vez por todas vuelvan al carril de la racionalidad? Rayma salió por ejemplo del Universal por corrupta y además por su conducta gayapera a punta de lienzos que muchos comunicadores reprodujeron y dieron solidaridad automática sin importar el hecho administrativo por el que fue despedida.
Allí está J Cruz, lanzando una caricatura donde el Presidente de la República soborna a un funcionario del CICPC con respecto al tema del compañero Serra. Estos hechos lo que buscan es ponerlos como victimas al momento de que alguien molesto arremeta en su contra y seguir cotizándose entre la mal llamada resistencia como los más sofisticados fusiles de tinta sensacionalista que manejan los medios impresos.
Precisamente, en Europa también por ser abiertos a este tipo de expresiones artísticas al Danes Kurt Westergaard pensando en una gracia de satirizar a Mahoma con una bomba en el turbante, se ganó no solamente el odio de los inmigrantes musulmanes, sino ingresar a la lista de periodistas que debían ser asesinados por burlarse del profeta. Para colmo, las fracciones conservadoras al igual que el dibujante sacaron en cara la cantidad de beneficios que le daba su nación al recibirlos como inmigrantes, es decir, que acogerlos les daba el derecho de insultar o decir lo que quisieran de sus creencias o idiosincrasia en nombre de la libertad de expresión.
En si, yo no busco que linchen a una Rayma, Weil, Zapata o J Cruz, al contrario, trato de mencionar 2 hechos; el primero, una reacción social generada por una caricatura ofensiva, ¿Por qué la victima siempre termina siendo el caricaturista y no la masa ofendida? Por último, realmente las caricaturas son un complemento de la prensa escrita y si, porque no, satirizar una tendencia quizá haga más amena la lectura en base a la jocosidad, pero 10 caricaturas ofensivas a diario en contra una revolución de mayorías?
Definitivamente, este libreto de presión psicológica lo maneja la SIP para condenar las instituciones democráticas venezolanas y a un pueblo que se resiste en volver a 40 años de verdadera represión contra la libertad de expresión.
Con respecto a la twittera Inesita Terrible, en su gracia de decir lo que le da la puta gana, se ganó una boleta de citación por el SEBIN; ciertamente, decir lo que quiera, representa el concepto de libertad de expresión, pero si un disociado tipo Gouveia la masacra a tiros, ¿se transformará en mártir de la oposición o una victima de su propia estupidez humana?
¡Si algo debemos impulsar, es el rescate de los valores sociales, a si nos toque crear un organismo moral que nos regule de tanto libertinaje!