“ Si se calla el cantor calla la vida/ porque la vida misma es todo un canto/ si se calla el cantor muere de espanto/ la esperanza, la luz y la alegría…” -Si se calla el cantor. Horacio Guaraní.
Lo acontecido en Francia con la masacre en la revista Charlie Hebdo, despierta nuevamente el monstruo del extremismo. Esa intransigencia religiosa tan infesta de odio que ha sido a través de la historia la causante de tantas muertes alrededor del mundo. Están dividas las opiniones entre lo absurdo, -que es alabar estas masacres basándose en ideologías políticas y credos- y en el respeto – a la libertad de expresión-.
Independientemente de cualquier ideología política –con eso de que unos dicen que por ser de sátira izquierdista lo tenían merecido- y credo –porque otros dicen que si les ofenden su religión son capaces de matar, también- , se debe repudiar estos actos violentos con los que pretenden eliminar la libertad de expresión.
Hay que tener mucho cuidado con los dogmas; con esto de defender a sus dioses, profetas, santos y vírgenes, muchos matarían. Muchos agreden verbal y físicamente, y discriminan a personas homosexuales, porque sus líderes religiosos –y lo leen en sus libros santos- les han dicho que su dios no acepta el amor libre, la identidad sexual y la libertad de ser. Se les ha limitado y adiestrado el pensamiento de tal manera que solo les cabe en la cabeza la idea que hombre es con mujer y viceversa, y todo aquel que salga de la norma está en el pecado de la lujuria y la desobediencia, y hay que eliminarlo antes de que contamine a otros.
La mujer que aborta es pecadora, ¡hay que mandarla a la hoguera! Igual con la mujer que coge antes del matrimonio, ¡ a la hoguera por impura y provocadora! Porque sépase que según la religión la que sonsaca al hombre y lo lleva hacia el pecado es la mujer, ¡satánica! Ellos son unos santos que merecen beatificación. En nombre de la religión en muchos países realizan ablación de clítoris a la niñas para que no sientan placer en un encuentro sexual. En nombre la religión lapidan hasta la muerte a mujeres que se atreven a ser. Tanta barbarie en nombre de la religión. Aquellos tiempos de la inquisición… Tantas mujeres que fueron lanzadas a la hoguera por brujas, los hombres no soportaron a mujeres inteligentes, independientes y sabias. Como tampoco las soportan hoy en día por eso los feminicidios.
La religión ha sido utilizada por la derecha extrema para el exterminio de los que tienen pensamiento analítico propio y actúan en consecuencia. Las dictaduras orquestadas por el capitalismo son un ejemplo.
En nombre de la religión y de sus dioses, se oprime – a la mujer principalmente- pueblos enteros. ¡Alabado sea el Señor!
Del tema de los dogmas pasaríamos hablando todo un año y no nos alcanzaría el tiempo. Con el artículo de hoy quiero hablar de lo hermoso y fecundo dentro del dolor y me refiero al pueblo francés.
Con lo acontecido en Charlie Hebdo y con el historial de atentados terroristas, era para que el pueblo francés se escondiera en sus casas temblando de miedo y no saliera. Sucedió todo lo contrario, en minutos miles se reunieron en plazas para demostrar su repudio. Y con lágrimas en los ojos y la conciencia, la identidad y la humanidad en la mirada, le demostraron al mundo de qué están hechos. Propagaron la llama del arrojo y de la solidaridad desde la legendaria Plaza de la República.
Eso solo sucede en países como Guatemala, cuando es la final de un clásico de fútbol español, solo esto logra una aglomeración así. En mi país mueren 17 personas al día y el pueblo ni se mosquea, mucho menos decir que se manifieste de tal manera. En mi país seguimos negando que hubo genocidio y escogimos como presidente a un militar genocida. Sé que al decir Guatemala muchos de otros países se sentirán identificados, porque sucede similar.
Dentro de esta tragedia el pueblo francés nos muestra la bravura de mantenerse en pie aunque el dolor pretenda doblegar. Aunque el miedo embista. Malaya que aprendiéramos de ellos, malaya que nos brotara así la solidaridad y sintiéramos el dolor ajeno como propio y dejáramos de ser indiferentes. Xenófobos, racistas, discriminadores, y sobre todo religiosos fanáticos.
No hay que ser periodista ni caricaturista para repudiar lo acontecido en la revista Charlie Hebdo. Para repudiar la violencia y la obstinación contra la libertad de expresión. Con todo ser humano. Nada podrá contra la vida y contra la libertad de expresión, nada contra la solidaridad y el amor.
Termino el artículo con una frase que me dijo hace unas horas una amiga que es periodista francesa cuando conversábamos de lo acontecido en su país: “esto subraya la importancia de dibujar, cantar, escribir, en este mundo. Porque no atacaron bancos ni a oficinistas…”
¿Y usted, usted qué piensa de todo esto?
cronicasdeunainquilina@gmail.com
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