Mario Silva y su Hojilla ya no convencen

Ya sé, ustedes dirán que no hago otra cosa que ver televisión, y, lo que es peor, que no veo otra cosa que el canal 8, el que se llamó canal de todos los venezolanos. Pero por suerte siguen existiendo las telenovelas brasileñas, hechas con inteligencia, con calidad, y con excelentes actores, las cuales distraen breves momentos de mí día a día. ¿Y quién dijo que una profesora jubilada no debía ver culebrones? No debo dejar de lado las excelentes novelas que escribía José Ignacio Cabrujas, muy criticado en ese momento por dedicarse a ese género y recordado apenas hace un par de días en estas páginas por una compañera a los 20 años de su prematura muerte.

Tuve la impresión, y disculpen la vaguedad pero no me he tomado la tarea de analizar concienzudamente el programa, que esta segunda etapa de La Hojilla lució en sus inicios mucho más interesante que en su etapa de transmisión a las once de la noche. En ese momento casi ni la veía, aunque era muy comentada por usar su presentador un lenguaje vulgar, grosero y una modalidad socarrona, cínica, sarcástica en un continuo abierto enfrentamiento con la oposición.

En esta fase de los sábados a las siete de la tarde, el señor Silva me lució más moderado, respetuoso y, sobre todo, mostrando un programa pedagógico sobre los varios temas que decidió tratar. Interesantísimos los pocos, ¿tres? programas sobre el tema de las fronteras y la participación de la Misión Verdad, con Franco Vielma de invitado. Programas que nos pusieron la piel de gallina y una profunda preocupación en el alma. Y, permítanme una dispersión: ¿por qué ya no se ha mencionado el conflicto de la frontera con Colombia en este casi único programa modelo de la revolución? Será que ya luego del encuentro en Quito, finalizado con las evidentes caras tensas, de circunstancias de los presidentes ¿todo se está felizmente resolviendo? Irrisorio, muy poco probable. Un conflicto de años de duración, que hasta el mismísimo Chávez conocía y mencionaba en varias oportunidades, que hasta Pérez Pirela nos cuenta que lo denunciaba en libros y programas desde 2010, que el mismo Mario Silva presentó varios programas sugiriendo el cierre de la frontera, y ahora c´est fini? O debemos darle oído a un compañero de esta página quién nos cuenta, como testigo presencial, que ahí en la frontera con Colombia todo está regresando a la normalidad del horror? ¡Maduro¡ ¡Mentira tras mentira tras mentira!
 

Pareciera que se trata de un filón, una línea que deben seguir los presentadores del canal 8: ahora nada sobre Colombia, ahora hay que darle duro al audio de Haussman y Mendoza, mostrar a Lorenzo Mendoza como uno de los principales títeres, al FMI, al caracazo, y… ah! No olviden decir algo sobre la falsa acusación a Rafael Ramírez de corrupción y lavado de dinero, enlazada con la de Diosdado de hace unos meses. Pero apreciados lectores: ¿qué ha pasado con la demanda del Diputado Cabello hacia esa prensa que lo difama? ¿Qué resultados preliminares habrán? O… ¿estará reservada la información? ¿Secreto sumarial?

¿Por qué el señor Mario Silva, quién tanto nos ha hablado en La Hojilla sobre las causas de la guerra económica y la página de dólar today, no menciona en su programa la demanda que acaba de presentar en Estados Unidos el Banco Central de Venezuela contra los propietarios de esa página? Acción que merece el reconocimiento de todos, y que, nuevamente, ¿ocurre a "scoppio ritardato"?

Como Mario Silva acostumbra hacer con movimientos de cabeza y chasquidos de lengua, con el típico sonido ch que se emite cuando se quiere callar a la gente, NO, NO, NO, ya su programa no me convence. Está entrando en la categoría de aburrido, otra vez poniendo a dedo a chavistas en la calle a declarar frente a las cámaras, los de antes, los de ahora, pero ninguno que repita lo que oímos cada día en una cola: sigan votando por los chavistas, esto es insostenible, esto no se aguanta más…. Y en sus videos no se capta a la gente del pueblo, muchos de ellos, casi todos, motorizados, que llegan a los automercados, muy lejos de sus barrios, al primer eficientísimo pitazo de algún empleado, familiar, amigo, ¡que sé yo! Llevándose en pocas horas las pacas de harina de maíz, el arroz, los jabones, y todo lo que el gobierno bolivariano regula para apoyar a los venezolanos, a todos los venezolanos señor Silva. Y que se los llevan para bachaquear, como otro negocio redondo más.

Y ¿qué decir de los videos? Algunos muy didácticos, excelentes, como el que nos muestra la entrevista al siquiatra Heriberto González quién debería ser invitado de honor del programa de Jorge Rodríguez. Pero eso fue en los primeros programas de esta segunda serie. Otros videos son repetitivos, hasta el cansancio. Ahora ¿La Hojilla también los martes? A un horario tardío y escuchamos nuevamente las groserías, la vulgaridad.

Finalizaré como acostumbra a repetir Mario Silva: yo sé por qué lo digo, créanme. Ya La Hojilla, título que denota un instrumento para cortar, está oxidada. ¡Hay que cambiarla! Y no resuelve nada que se invite a Larissa a quién Mario Silva observa con ojos embelesados.

Disculpen apreciados lectores, el estar asemejando a uno de esos críticos de restaurantes y de su comidas. Además sin ser gourmet. Prometo no escribir más sobre programa alguno. Hasta que no me brinquen los dedos.


¿Sinceramente? Prefiero los hermosos escritos de Mario Silva que he leído en Aporrea. Por cierto, lleva casi un año sin publicar. ¿Por qué será?



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Flavia Riggione

Profesora e investigadora (J) Titular de la UCV.

 flaviariggione@hotmail.com

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