Para 1970 ya teníamos contundentes investigaciones y estudios sobre el papel de los medios de comunicación y especialmente sobre la televisión. Theodor Adorno fue una figura destacada en esa época y sobre este tema. Figura emblemática de la llamada Escuela de Fráncfort.
También por esos años (1970) Armand Meterllart y su libro para leer al pato Donald, que lo escribo con Ariel Dorfman, según recuerdo, ocupo un importante espacio. Fue un intenso movimiento de intelectuales y una gran producción de libros e investigaciones.
En Venezuela hubo sobre ese tema de los medios y la televisión un desarrollo importante y creo hoy, que muchas de esa gente (Antonio Pascuali por ejemplo) ya han debido quemar sus libros, porque esos libros para ellos deben representar hoy un remordimiento de consciencia.
En mi segundo semestre en la UCV, tuve la obligación de leerme el libro del profesor Eduardo Santoro, que para ese momento esta calientico. Aunque fue un estudio de campo con o niños y niñas, las conclusiones de esa investigación metieron el dedo en la llaga y ahora no sé si el Profesor Eduardo Santoro, tiene esa misma idea o también ese libro que tiene por título: La Televisión Venezolana y la Formación de Estereotipos en el niño, le fastidia hoy la consciencia.
Me calé ese libro y otros más. Hoy, cuando veo TV, siempre prefiero ver el canal de “Animal Planet”. No es que este canal se totalmente inofensivo, sino que mucho más gratificante saber de producciones sobre animales que sobre las producciones que hacen la TV más comercial.
Este viernes 29 a las 10 pm, tuve la oportunidad de ver el noticiero de Televen y al irlo viendo, sonaba en mi memoria esa corta frase: “Gracias Televen”, que entonó Napoleón Bravo en la mañana del 12 de abril. Calculo que los primeros 20 minutos del noticiero fueron para lamentarse con una especie de micro sobre el cierre de la producción de malta de la polar. Realizaron un amplio recorrido y enfatizaron con fuerza sobre lo que quería enfatizar. No tuvimos la oportunidad de oír, ver y conocer si la empresa Polar había recibido dólares preferenciales y cuántos. Nada de eso se dijo. No se habló (ni podía hablarse de eso) de cómo una empresa que no tiene dólares compra empresas en otras partes del mundo y con dólares. No se habló (ni esperaba que hablaran de eso) de cuáles de las grandes empresas de Venezuela habían recibido dólares a 6,30 y si en esa lista estaba la Polar.
Después de este micro, que nos los pasaron como noticia, vino el incidente con Chuo Torrealba, que de ser cierto lo lamento mucho. A Chuo (y no es curioso, novedad o casualidad) le dedicaron como unos 10 minutos. Volvió a parecerme en mi memoria la frasecita de Napoleón Bravo ¡Gracias Televen!
Moví mi disco duro hacia atrás y comparando la lamentable agresión contra Chuo Gutiérrez, no recordé un trato igual por parte de Televen sobre las 11 muertes que planificó Capriles y que otros ejecutaron con el llamado a “descargar su arrechera”. No digo que Televen no registrara estas muertes, pero fueron muertes comunes, como si nada. No hubo (apuesto yo) un micro de 3 minutos donde se combinara la orden de Capriles y estas 11 muertes por esa orden. Ni un minuto. Para Chuo hubo casi 10 y se combinaron intencionalmente asuntos.
Adelante un poquito mi disco duro y no vi o recordé un micro de televen donde se combinara 43 muertes con el accionar de Leopoldo López. Ni un minuto. No digo que Televen no registrara esas muertes, pero paso agachado en cuanto a identificar y precisar autores intelectuales y materiales de esa violencia que dejaron a 43 familias venezolana en luto. Sin quererlo, en mi mente apareció: ¡Gracias Televen! de Napoleón Bravo.
¿Por qué sucedió ese trato así con dos casos donde hubo más violencia, respecto al caso del Chuo? ¿Debo romperme la cabeza para darme una respuesta?
Sería bueno releer las conclusiones de esa investigación del profesor Santoro, si es que el libro puede encontrarse por ahí.
Seguro que si yo incursiono sin autorización y a lo macho en la sede de Televen es un acto de violencia. Si Televen lo hace arbitrariamente en una institución, no lo es.