El Otro
Nov. 1987
Visión pastosa la que me embriaga en esta nostalgia de ser sin palabras
En mis clases de Discurso Periodístico I y II, en Comprensión y Producción de Textos en la Universidad Bolivariana de Venezuela les he dicho a mis alumnos que hay que enamorarse de la palabra, de lo que está detrás de ella, para aprender a jugar con el lenguaje y así poder construir de forma atractiva noticias que realmente informen, orienten e impacten socialmente. También les he dicho que el periodista debe ser crítico y por encima de todo comprometerse con él mismo. Les he compartido mis vicisitudes cuando he tenido que poner mis principios por encima de las presiones editoriales. También las experiencias amargas cuando he experimentado la hipocresía y traición en colegas que creía fieles, partícipes de claques que en la IV y la V República, que no han dejado que el periodismo crítico y popular avance, y sobre todo, la impotencia que se siente al ver a un gremio inerme, comprometido hasta los tuétanos con los grandes poderes económicos.
Les he hablado de la responsabilidad del comunicador social con la sociedad, con la verdad que jamás puede ser sacada fuera de contexto. Les he señalado como una misma cosa puede ser una u otra en diferentes circunstancias y cómo la famosa objetividad que nos vende las transnacionales de la noticia se hace trizas en el periodismo de guerra, ya sea esta con cañones o virtual como en Venezuela. Asimismo, nos hemos preocupado juntos cuando vemos a las Jineteras de los Medios violar la Ley de Responsabilidad Social sin que pase nada y cuando somos testigos de cómo colegas (hombres y mujeres) prostituyen nuestra profesión mintiendo deliberadamente y logran evadir la justicia muertos de risa. Mientras que otros, sólo por hacer denuncias pertinentes pero sin apoyos políticos, están con una espada de Damocles colgando sobre sus cabezas, a punto de ser juzgados en cualquier momento.
Los cachifos del periodismo
Siempre sostuve que los periodistas, si nos descuidábamos, éramos las cachifas de los medios de comunicación social. Los sirvientes no de la palabra, que eso nos honra, sino de los grandes poderes mediáticos a quien tratamos con tanto respeto que para muestra recordemos la cortesía extrema habida con estos señores en la Subcomisión de Medios de la Asamblea Nacional a dónde fueron citados
Nos asombramos de la mediocridad, del envilecimiento de los Medios de Comunicación privados, de su agresividad y decimos, como para tratar de explicar esta conducta, que ellos han venido a sustituir a los partidos políticos de la IV, desinflados sin apoyo del pueblo. En realidad, si hacemos una investigación rigurosa, veremos que durante los 40 y pico años de los gobiernos adecos y copeyanos, el poder y estilo de las Jineteras era el mismo, con la diferencia que sólo se enfrentaban al gobierno de turno cuando el “jefe del norte” lo indicaba. Si no recordemos los últimos años de CAP cuando hubo una decisión de “alta política” para deshacerse de él porque ya no les era útil. Ya estaba demasiado rayado y el control del pueblo se les podía ir de las manos. Entonces los medios impresos, radiales y televisivos fueron implacables. La democracia representativa y la libertad de expresión se anotaban un gol. Hasta los Presidentes podían ir presos.
Y no es mucho lo que ha cambiado el gremio. La genuflexión de la Comisión de Etica del Colegio Nacional de Periodistas brilla por su ausencia y ni siquiera nuestros colegas representados en la Asamblea Nacional se pronuncian ante el silencio. Pero es que así también fue en los últimos años de la IV República cuando el gremio ya aflojaba sus pantalones. Recuerdo una vez que Napoleón Bravo tuvo la osadía de decirle a una ex dirigente gremial cuando era su productora en Línea Abierta que olvidara su pasado sindical para que asumiera con “fuerza” de dictador su rol de patrón. Y así lo hizo. Hoy ocupa altos cargos en la administración de los medios de comunicación del estado.
¿Podemos rescatar el Periodismo?
Sí. Por supuesto que sí. Es el único camino de una sociedad en transición de un capitalismo salvaje al socialismo del siglo XXI para que ella pueda interrelacionarse entre sí y para que en su seno el pueblo organizado social y políticamente tenga naturales correas de comunicación con el poder constituido y pueda a su vez, ejercer el poder constituyente. Rescatar el periodismo nacional, diríamos sin temor a exagerar, es la única vía para enfrentar el imperio comunicacional más poderoso de la tierra. La III Guerra Mundial, ya está dicho hasta el cansancio, es en este terreno, y no lo estamos asumiendo con la magnitud, la fuerza y la valentía que este desafío requiere con la unión de todos los actores involucrados.
Uno de los requisitos básicos para que este proceso se realice es hacer no sólo una constituyente del gremio de profesionales del periodismo, donde se debería estudiar la forma de incorporar a los periodistas comunitarios con más de tres años de experiencia, sino también de los programas de formación ó carreras de Comunicación Social existentes en nuestro país.
Los periodistas o comunicadores sociales como algunos eufemísticamente prefieren llamarnos, deben ser formados de manera integral. Y no sólo porque manejen adecuadamente las experticias de periodismo radial, televisivo e impreso, sino porque su enseñanza debe abarcar temas acuciantes de la realidad actual que no pueden comprenderse sino no se estudia mínimo Historia Contemporánea, Historia Universal, Historia de Venezuela, Historia de Asia, Africa y América Latina, Gramática y Redacción durante por lo menos los primeros tres años, Historia del Arte, Filosofía de la Ciencia, etc. etc., materias ó unidades curriculares que la mayoría de nuestros profesionales no ven en sus universidades.