Profanadores de la verdad

Cinismo, en su acepción peyorativa significa desfachatez, descaro. Puede ser una actitud impúdica del intelecto que oculta grotescamente y con conceptos o palabras de sentidos opuestos a la realidad. A la entrada del famoso Campo de Concentración de Auschwitz, cerca de Cracovia, en Polonia, aparece en la puerta un lema, aún existe: “El trabajo te hace libre”. Ese campo era un antro de horror, de torturas y muerte. Se calcula que seis millones de prisioneros fueron asesinados en los crematorios, en las salas de gas con duchas simuladas, en los patios de fusilamientos, pero la propaganda nazi, con la inverecundia que la caracterizaba, colocaba ante los ojos de los que iban a morir su postrera burla.


Emulos de los nazis, con el mismo descaro, han colocado en la entrada del Campo de Concentración de Guantánamo, en Cuba, la leyenda: “El honor va unido a la defensa de la libertad”. Mencionar el honor y la libertad en un centro de atrocidades; de exterminios y de torturas, como las que aplicaba la Santa Inquisición; de vejámenes; de ignominias; es de un cinismo hiperbólico, exagerado, sobre todo en un sitio donde el crimen y el suplicio han sido legalizados, consagrados legalmente.

Hace pocos meses me encontraba en Funchal, Madeira, con los Embajadores latinoamericanos acreditados en Portugal, y algunos sintonizaron una televisora comercial venezolana, de cobertura en la isla, y luego comentaron que nunca habían presenciado, en ninguna parte, tantos insultos a un gobierno y sobre todo, los dirigidos al Presidente de la República por lo que encontraban asombroso y deshonesto que la oposición en Venezuela le dijera al mundo que carece de democracia y de libertad de expresión.

Tres ejemplos de cinismos profanadores de la verdad.


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Manuel Quijada


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