Walter Martínez es víctima de aquellos que dentro del proceso no permiten que nadie brille con luz propia, porque muchos se acostumbraron a brillar pero a la sombra del gigante Chávez.
Si no se cobijan bajo el resplandor de un cargo burocratico, no alumbran ni que le pongan carburo.
Es triste presenciar este tipo de decisiones absurdas en nuestro proceso, en las cuales se le ve la costura a la retalación que hay detrás de las mismas.
Estoy seguro que Walter Martínez no es santo de devoción de esa clase política que ha crecido bajo la sombra del aparato burocratico del Estado, para quienes todo aquel que no sea un genuflexo y le rinda pleitesia a sus erradas decisiones, se convierte en una piedrita en el zapato.
El que se sienta aludido que se lo tome con soda o se eche yodo en el morao.