Hace unos días recibí la visita de un compañero muy querido de la infancia. Después de no verlo en 50 años llegó a mi casa y me preguntó: "a ver quién soy"; yo ni idea podría tener de una persona ya con algunas canas. Soy tu hermano me dijo; fue entonces cuando lo reconocí a mi amigo de infancia y juventud, nos abrazamos y se sentó. De entrada me dijo soy un convencido religioso y tú seguro seguirás siendo un comunista. Así inicié la plática con mi querido amigo
Después de charlar sobre generalidades familiares de trabajo e hijos, me comunicó que otro amigo común le había informado de mis actividades políticas en la ciudad de México y luego en Yucatán; por ello de entrada me anunció que, a pesar de ser un maestro recién jubilado, no creía en la CNTE, es decir en la Coordinadora, porque lo único que ha hecho ésta–"y se puede constatar"- es provocar problemas con sus manifestaciones y bloqueos. ¿Frente a quien estoy?
Le pregunté: ¿Qué te llevó a adoptar la religión de manera tan acendrada? Su respuesta fue: bueno, no es reciente, sino que llevo más de 20 años en ella al concluir una enfermedad en la que estuve al borde de la muerte. Desde entonces me convencí que "Dios es el que determina todo y a él, solamente a él, le debemos todo". En mi mente circuló la idea de que estaba frente a un ministro protestante por las convicciones tan dogmáticas que demostraba.
Luego me habló mal de Fidel Castro, de Hugo Chávez, de Daniel Ortega, porque habían sometido a sus países a una dictadura comunista. Obvio eso me calentó mucho porque su anticomunismo era muy acendrado por el hecho de repetir y repetir todos los argumentos que escucha de la TV, radio, prensa y políticos de derecha. Sólo pude responderle de que tenga cuidado en sus opiniones categóricas al no pensar, no reflexionar y sólo repetir la propaganda que ve y oye.
Mi amigo no era agresivo, al contrario, muy amable, por ello le aclaré que sus acusaciones sin ningún fundamento válido sólo eran producto de los medios de información que difundían las agencias informativas tergiversadoras yanquis (AP, UPI, REUTER, etcétera) que cada minuto se distribuyen en el mundo; que no defendía yo personalmente a algún líder y que al vomitar suciedad contra algunos países no era más que una muestra de profunda ignorancia.
Todo lo que escuchaba me hacía pensar en el enorme envenenamiento mental que hacían los medios de información con noticias faltas y tergiversadas. Por ello siempre digo: la gente no piensa, no reflexiona, solamente repite lo que oye y lo que ve. Incluso profesionistas de escuelas y universidades como mi amigo –que sus títulos sólo sirvieron para conseguir trabajo- hace muchos años que no leen o sólo lo hacen tara resolver problemas inmediatos.
A mi amigo no pude "mandarlo al carajo", como dicen, pero sí le pedí que sea un poco responsable al externar sus juicios. Le dije que lo importante es luchar contra la desigualdad, la explotación, contra el racismo y la opresión de los pueblos. Que los líderes no importan y que los funestos serán enterrados cuando los pueblos despierten. Que no está mal su religión y su Dios, pero que hay que desbloquear la mente para que se pueda dar la liberación total.