Es lo mismo que decir: alegrías y tristezas, en los días festivos del Rey Momo.
¡Alegrías!...
Las viví el sábado al salir de mi oficina en Chacaito y ver los bulevares de Sabana Grande...inundados de niños de todas las edades, disfrazados de carnaval, de la mano de sus padres.
Sus risas y sus algarabías contagiaron mi humanidad...
Busqué con desespero que me abrazara la magia, para disfrazarme de Saltimbanqui... para convertirme en el más humilde de todos los Payasos, para compartir con ellos su momento. Para volver a ser, aunque sea solo un instante... el niño que fui ayer.
Caminábamos todos por el bulevar, los niños con su alegría y yo con mis sueños.
De pronto, en la distancia divise un Don Simón, que venia a mi encuentro.
A punto estuve de poner rodilla en tierra, en honor al Libertador.
Como todo era algarabía...
El carnaval me regalaba, las serpentinas y el papel picado, acompañados también del deber desinteresado de los padres hacia sus hijos, los cuales también se sintieron regalados al ver la risa dibujada en los rostros de los niños............
El domingo todo fue diferente...
Cometí el error de comprar El Universal (sólo lo compro los domingos) junto a mis periódicos de todos los días, el Vea y Ultimas Noticias.
Entre sus páginas, agazapada y escondida... me esperaba la tristeza.
Sentí como que la vida me susurraba: “No todo es alegría”
En la pagina nueve del cuerpo uno, aparecía una caricatura de una tal Rayma.
Dividida la misma en cuatro partes, mostraban cuatros niños supuestamente disfrazados.
Sentí como una cachetada surcando mi rostro y que al mismo tiempo me decía:
“Todos los carnavales no son iguales”
El dibujo me gritaba, que los odios también florecen en carnaval (que no tienen descanso).
El primero, me mostraba un niño con un disfraz parecido al Chapulín Colorado, donde se leía Coquito...
El siguiente también un niño disfrazado, acompañado con su nombre, Astronauta...
El tercero mostraba un espadachín, el cual decía Mosquetero...
El cuarto y ultimo nos mostraba un niño sin disfraz, con su mano extendida como pidiendo una limosna, moscas a su alrededor y puntitos negros que uno se imagina que intento dibujar suciedad, en el cual se leía...
“NIÑO DE LA PATRIA”
Sin pena ni vergüenza les confesaré: No me dio rabia, tampoco maldije.
Sólo sé... que se apoderó de mí una tristeza, que hoy martes de carnaval todavía no la puedo alejar. La incomprensión se apoderó de mi alma y me dieron ganas de llorar.
Como es posible que los seres humanos caigan tan bajo y se dejen llevar por momentos de locuras y son capaces de cometer un acto tan aberrante como el descrito.
Porque esto que leí en el Universal, nada tiene que ver con ser Chavista o no serlo, ser adepto del gobierno o ser de la oposición.
Esto traspasa los límites de la sensatez, de la tolerancia, esto es en definitiva, vergonzoso desde todo punto de vista.
ESTA TAL RAYMA, ME AMARGÓ LOS DÍAS DE AZUETO.
Quizás mañana, el miércoles de ceniza, me ayude a olvidar.
Que tristeza...que tristeza me dan, Teodoro, Laureano Márquez y Rayma.
“SE NECESITAN DOS AÑOS PARA APRENDER A HABLAR Y SESENTA PARA APRENDER A CALLAR” Ernest Hemingway