Un recadito para Carla Angola

Carla Angola, una periodista (aunque ahora no les gusta el título sino de Comunicadora Social) es una señorita o señora que según estimo, no debe tener muchos años en la profesión i, además, que no se ha detenido mucho a reflexionar frente a un espejo, pues me parece estar imbuida de la idea o ideas, de ser una belleza, de sonrisa cautivante i que eso la autoriza a ser inquisidora, violenta, desagradable i, lo que yo más observo, sin mucha preparación i cultura. Por cierto, estoi seguro también que si le pregunto ¿Qué es la cultura? No tendría para hablar de eso ni cinco minutos; posiblemente menos del concepto griego de Paideia. Por eso también, está acostumbrada a mentir i se encoleriza cuando se lo señalan, como sucedió con Trapello, quien le dio una lección de civismo, de agilidad verbal i veraz, en el diálogo (cuando lo permitió ella, pues estaba como una cobra con sus espejuelos inflados lanzando veneno) que tuvieron i del cual salió mui mal parada o enfurecida. Si está casada, ese matrimonio me atrevo a pronosticar, no ha de durar mucho; ningún hombre aguanta una cuaima por muchos años, así sea un clon de Marylin Monroe o Sofía Loren. Ojalá no suceda así.

I en estos días, la vi hablando o leyendo desaforadamente en un programa, donde queriendo exhibir cultura, citó algo parecido a esto: “que hubo un médico español expresando citó que, no tener enemigos no es gran cosa, porque indica que nunca ha luchado por algo”. Luego oí decir que, algo parecido también escribió el gran José Martí, lo cual es verdad. Empero quiero aclarártelo: eso no lo has leído nunca, sino que te lo dijeron i lo tomaste al vuelo. El médico español que tu citas, pero lo ignoras todo sobre él, es nada menos que Don Santiago Ramón y Cajal, en gran artífice del estudio del tejido nervioso i cerebral, Premio Nobel de Medicina, una de las más grandes glorias de España (nosotros tuvimos un nuevo Cajal en Humberto Fernández Morán) nacido en Petilla de Aragón en 1852, aunque el decía que su verdadera patria chica era Ayerbe, en Huesca. Escribió mucho tanto de medicina como de literatura, algunas obras magníficas como EL MUNDO A LOS OCHENTA AÑOS, cuentos, ensayos i sobre todo las deliciosas CHARLAS DE CAFÉ, donde expone esto: “¿ALARDEAS DE CARECER DE ENEMIGOS? VEO QUE TE CALUMNIAS.¿ES QUE JAMÁS DIJISTE A NADIE LA VERDAD NI REALIZASTE UN ACTO DE JUSTICIA?”. Eso lo consigues, en las obras literarias completas de Cajal, en la página 952 de las publicaciones de la desaparecida i extraordinaria Editorial Aguilar. Esto es tan familiar para mí, que en la defensa jurídica que me hice en un juicio amañado que me hicieron en Maracaibo en el año 76, expongo esta cita en la introducción a la defensa. Para una persona culta, las Charlas de Café, es de las primeras obras que se lee en la vida. Quizá tú, no leas nunca estas deliciosas charlas de café. ¡La CULTURA, Carla, no se adquiere ni por herencia ni por ósmosis; se construye! Por eso baja tus “humos”; sé más femenina i serena, i quizá empezaremos de verdad, a verte bonita; i bonito, como repetía el ilustrado maestro canario Don Agustín Millares Carló (estudié con él Latín i Griego) de gratísima recordación para quienes tuvimos el privilegio de ser sus alumnos, bonito -repito- viene de “buenito” o “buenita”. Cambia radicalmente; aprende a decir la verdad, así te duela, pues entonces los que no estamos con tus ideas capitalistas, colonialistas i de sumisión a un imperio, diremos como le dijo Voltaire a Rousseau: “No estoy de acuerdo ni con una sola palabra de lo que usted ha dicho, pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo”. Créame, que desearía estimarla i quererla, mas, sea una periodista de verdad.

robertojjm@hotmail.com



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Roberto Jiménez Maggiolo


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