Las celebraciones, las marchas, los atajaperros, las reflexiones, las elucubraciones, los desencuentros, el fútbol, los sudores, los potes de pintura, las equivocaciones, las reconciliaciones, los debates sobre el ejercicio del periodismo, las malcriadeces, las coincidencias, los remitidos, los programas de TV, la repartición de códigos de ética, los foros, las curdas, los premios metálicos y en papel, es decir, todo lo que vimos, sufrimos, oímos, leímos y padecimos en la “semana del periodista venezolano”, fue para coger palco. Para llorar y reír a la vez. Por razones de tiempo, me referiré a tres de esas situaciones.
1) Las marchas, bienvenidas sean. Las del este, las de oeste, las rojas, las tricolores, azules o blancas. Eso sí, no nos caigan a cobas. En ningún país del mundo donde esté “amenazada la libertad de expresión” se puede hacer una marcha como esa. No renovarle la concesión al canal de Marcel Granier no es una violación a la libertad de expresión, es una torpeza, la peor del Gobierno en ese tema. Desde diciembre para acá, el Gobierno le ha dedicado cientos horas a explicar la fulana decisión. Es como los chistes, si hay que explicarlos, mejor es no echarlos.
2) El ejercicio del periodismo es libre en el país. Tiene una Ley, que, como cientos de otras, puede ser reelaborada. O eliminada. No lo sé. Sólo sé que los dueños de los medios le tienen bronca. Al igual que al término “información veraz y oportuna”. Así que en este tema no me voy de boca (o de bruces). Participaré, en lo que haya que participar. Por ahora guardo silencio. Porque me da la gana, ojo, no es que me estén “obligando” a autocensurarme. ¿Cómo se puede obligar a alguien a hacer algo que sólo puede hacer por sí mismo? El que se autocensura es un cobarde. No le voy a echar la culpa de mi cobardía, al Gobierno ni a nadie. Y tomen esta última frase como autobiográfica.
3) La repartición de los códigos de ética debe ser masiva y para todas las profesiones. Sean universitarias, técnicas, empíricas, sagradas u obscenas. Creo que el periodismo tocó fondo. No está muerto, pero anda de parranda en las profundidades de la anti ética. La verdad, tan escurridiza, tan relativa, tan inasible, duerme el sueño de los justos. ¿Quien miente es derecha y quien dice la verdad es de izquierda? ¿Las ideologías tienen ética? ¿Etica? ¿Qué es eso?
*Periodista
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