Estoy firmemente persuadido de que la oposición es el mejor soporte de nuestro gobierno revolucionario. Sus desvaríos y falta de sindéresis elemental hacen que nuestras torpezas no sean aprovechadas por ellos. Podríamos decir que nuestro gobierno se sostiene no a pesar de ellos sino por ellos. Los disparates en los cuales se pierden son tan torpes que habríamos de ser mucho menos eficaces de lo que somos -algo bien difícil- como para que nuestro gobierno esté en peligro cierto.
Hace al menos cuatro años toda nuestra política comunicacional se ha visto arropada por una peleita diaria entre personajes que mutuamente se necesitan para subsistir. La inmensa mayoría de esos cadáveres insepultos de la oposición se esfumarían como el humo si no los mantuviésemos en la palestra. Igual podríamos decir de nuestros propios voceros. Hace rato que se necesitan mutuamente para seguir existiendo.
De un lado convertimos en conspiraciones de comiquita todo cuanto personajillos como Oscar Pérez, Antonio Ledezma, Miguel Ángel Rodríguez, Leopoldo Castillo o Álvarez Paz hacen o se les ocurre decir. Del lado de ellos hacen exactamente lo mismo. Se retroalimentan y convierten en "peligrosos" ataques las más estúpidas acciones de uno y otro lado. Decir esto me cuesta mucho pero no nos queda más remedio. Pareciera que no tenemos conciencia de lo que decimos y hacemos -como no la tienen ellos- y vivimos dándole resonancia a cuanto disparate se le ocurra a alguien seguramente campaneado en whisky 18 años.
La última interpelación en la Asamblea Nacional de Eva Golinger y Mario Silva da simplemente pena ajena. No es posible que el poder legislativo se de por despachado y satisfecho con lo que allí ocurrió. Aceptar que un grupo de periodistas reciben dólares para conspirar contra la patria exigiría -con un mínimo de seriedad en cualquier país del mundo- que la Comisión de la Asamblea Nacional recibiera esa información, debidamente comprobada y garantizada, de los cuerpos de seguridad del Estado o de la Fiscalía General de la República. Cualquier cosa distinta es descalificar la importancia del tema.
Ver a Eva Golinger presentando una lámina de papel bond llena de garabatitos hechos la noche anterior (según ella misma) es, por la medida pequeña, una falta de respeto a la majestad del poder legislativo y al pueblo venezolano que este poder representa. O lo que se dice es cierto y hay que decirlo y comprobarlo en forma, como debe ser, con seriedad y calidad, o es sólo eso que se vio y lo único que se logra es que la contrarrevolución se muera de la risa.
Lo del compatriota Mario Silva -sin desmerecer para nada cuanto haya podido hacer durante este tiempo a favor de la revolución- es una bufonada imperdonable. Presentarse ante una comisión de la Asamblea Nacional para ser interpelado y demostrar la conspiración de estos treinta y tantos periodistas y comenzar diciendo que: "pido perdón porque no he preparado nada", es una burla o una irresponsabilidad difícil de perdonar cuando la revolución bolivariana se supone que está en juego. Les cuento una experiencia propia: hace unos años estaba yo dando unos foros y en algún momento del foro dije algo que me pareció -¡pobre de mí!- hasta interesante, dije..."se me acaba de ocurrir ...tal cosa"... en cuanto terminé el foro un viejo y sabio maestro que estaba presente me increpó con mucha fuerza diciéndome: <¿Qué carajo te crees muchacho? eso no lo hagas nunca más, porque hacer que la gente venga a oírte decir lo que a ti se te ocurra es una gran falta de respeto... nunca más hagas eso, a la gente se respeta>. No lo olvidé nunca más porque era verdad y sabio el consejo.
Entonces... si eso mío fue una falta de respeto, ¿donde se inscribe la postura del camarada Mario Silva?, ¿tan poca importancia tiene el tema, la Asamblea y el pueblo que lo veía que se presentó sin haber preparado nada a ver que se le ocurría?, mostrar dudas para recordar nombres y pedir que le soplara Eva puede haberle parecido muy “televisivo”, pero créamelo es muy poco serio.
Pues bien, lamento mucho tener que hacer lo que hizo conmigo aquel viejo maestro: Dra. Eva Golinger, camarada y amiga, Sr. Mario Silva... ¡eso no se hace y es mi obligación decírselo!, ese es el camino fijo para que no nos tomen en serio, eso es una falta de respeto y lo lamento mucho, no por ustedes, sino por nuestra revolución y nuestro pueblo. Precisamente si en algo hemos fallado es en que la contrarrevolución sabe que no se hace justicia y que esto es una mamadera de gallo. ¡Dígalo ahí, Isaías, mi poeta!