Escribió Karl von Clausewitz, que “la guerra es un acto de violencia destinado a obligar al adversario a ejecutar nuestra voluntad”. Según estas palabras, un adversario es sometido a través del uso de armas bélicas. En la actualidad, sin embargo, lo escrito por Clausewitz puede ser aplicado a la acción final de una guerra, en la que otras armas, ya no sólo bélicas, son utilizadas en el marco de una estrategia integral de guerra, que debe conducir a obligar al adversario a ejecutar nuestra voluntad. Esas otras armas ─Arma: Instrumento, dispositivo o aparato destinados a atacar o defenderse─ pueden ser de naturaleza económica, política, ideológica, jurídica, comunicacional, etc.
En Venezuela, donde se libra una guerra, al igual que en todos los territorios del planeta Tierra, incluida la Antártica, ─dada la condición de lucha por la sobrevivencia de los seres humanos y de las sociedades─, está previsto el desarrollo de una intensa batalla a través de los medios de comunicación (prensa, radio, televisión, Internet, pancartas, volantes, etc), como complemento del conjunto de armas que se han venido utilizando. Así lo ha anunciado el sector gubernamental, a través de los recientemente designados ministros, Jessi Chacón, del Despacho de la Presidencia, y Andrés Izarra, de Comunicación e Información.
La ofensiva comunicacional que espera desarrollar el gobierno es vista, en realidad, como una contraofensiva ante la derrota electoral sufrida el pasado 2 de diciembre y que ha sido atribuida fundamentalmente a la eficaz comunicación utilizada por el sector de oposición y a la no tan eficaz acción comunicacional oficialista. Se debe recordar aquí, a propósito de este tema, lo planteado ya en 1976 por Jacqueline Grapin y Jean Bernard Pinatel, en su libro “La guerra civil mundial”, al escribir: “Los progresos de las comunicaciones y las telecomunicaciones proporcionan el respaldo para esa guerra de ideas, con vistas a explotar las contradicciones internas del adversario”. Esto es precisamente lo que está planteado en Venezuela, una guerra de ideas ─como parte de una guerra total─ a través de los medios de comunicación. Cada sector intentará explotar las contradicciones internas del adversario.
Ahora bien, al analizar ambos sectores surge un balance que no deja de ser interesante, sobre todo relacionado con los medios disponibles y con los mensajes a ser concebidos. Se pudiera decir que el sector de oposición tiene en estos momentos la ventaja en cuanto a la disponibilidad de medios se refiere, ya que cuenta con una estructura organizativa mucho más amplia, experimentada y sincronizada, tanto a nivel internacional como nacional, regional y local, algo que será difícil de igualar por parte del gobierno. Por su parte, en cuanto a los mensajes, ambos sectores lucen parejos en las dificultades que tendrán para hilvanar mensajes que permitan vencer el umbral de penetración que quedó reflejado el pasado 2 de diciembre, porque hay una extensa franja de venezolanos que quiere algo más que consignas revolucionarias, pero también algo más que mensajes que no fomentan la capacidad de análisis y discernimiento.
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