En mi labor como periodista, la primera semana de marzo de 2008 fue la más intensa que me tocó vivir desde que llegué a Caracas hace casi 3 años. El bombardeo informativo ordenado desde las usinas de pensamiento de la contrarrevolución anclados en Washington y Bogotá, fue impresionante. Uno se siente como un guerrillero frente al gigante ejército cultural de un adversario que nos ataca sin descanso y que en el marco internacional nos supera en una proporción que…no sé, quizá sea 99 a 1.
La provocación de Colombia al atacar el campamento de Raúl Reyes en la madrugada del 1 de marzo de 2008, y sus posteriores derivaciones diplomáticas, nos introdujeron en ese escenario.
La noticia sobre la muerte de Reyes, la ofreció el Ministro de la Defensa de Colombia, Juan Manuel Santos, poco después de las 10.25 AM (hora de Caracas) de ese sábado. Yo me encontraba con uno de mis compañeros haciendo como cada fin de semana, el programa "La Brújula Mundial" por YVKE Mundial.
La noticia me estremeció. Mi compañero reaccionó rápido y en pocos minutos consiguió comunicarse con el periodista y político Carlos Lozano en Bogotá.
Yo sostenía el programa como podía y casi no tenía dudas de que la información era verídica, no lo decía el comunicado, lo decía la sonrisa fascista de uno de los militares presentes en la conferencia, quien de esa manera rendía culto a la política de muerte que tanto empeño hace por promover el gobierno de los Estados Unidos.
La dimensión de la noticia y sus implicancias eran evidentes.
El lunes continuaba la tarea de abarcar la compleja situación desde Notisur, el noticiero suramericano de 30 minutos que producía y conducía diariamente desde hace un mes en la misma emisora. El volumen de información era espeluznante y el informativo suramericano se transformó en un espacio de desmontaje informativo sobre todas las mentiras que el engranaje cultural dominante está en condición de generar contra los procesos de liberación latinoamericanos.
Los días martes, miércoles y jueves los colegas de Aporrea decidieron colgar el programa en su página. El título de la nota decía "Escuche Notisur con Andrés Sallari".
Las llamadas con periodistas, analistas amigos y afines se multiplicaron, necesitaba escuchar para tratar de establecer muy cuidadosamente qué decir.
Ante el bombardeo también establecí contacto con colegas de otros medios estatales para difundir algunas informaciones que iba descubriendo y que entendía importantes.
La declaración del lunes 3, en las que el General Naranjo acusó al presidente Chávez de vender uranio a las FARC, fue una operación de inteligencia tan burda y tan gringa, que me puse a investigar a este hombre, estaba seguro que lo podía ligar con los servicios de inteligencia estadounidenses y así lo hice, la investigación me llevó mucho tiempo -teniendo en cuenta el contexto en el que nos encontrábamos, era necesario terminarla antes de empezar.-
El jueves 6 de marzo estaba concluyendo el extenso informe cuando recibí un llamado mediante el cuál se me informó que por disposición de Andrés Izarra, no podía continuar saliendo al aire con los programas.
Esta historia, creo -como la que estaba terminando sobre Oscar Naranjo-, es necesario contarla.
Entre agosto de 2005 y junio de 2007, me desempeñé como redactor del noticiero estelar de Telesur, había ingresado al canal luego de perseguir durante varios meses al entonces Jefe de Información, Jorge Enrique Botero.
Durante los casi dos años que trabajé allí asistí al despido, la marginación, o la renuncia de valiosos compañeros. La primera falta grave de respeto se cometió contra el propio Botero, allí probablemente cometimos el grave error de no decir nada.
Siguieron los maltratos, las contradicciones y el irrespeto. Nunca estuve de acuerdo con los compañeros que renunciaban, pues pensaba que de alguna manera había que continuar en la lucha, aunque los respetaba, pues creo que llega un punto en el que la lucha no puede anteponerse al bienestar personal.
No quisiera repetir los casos puntualmente, ya lo hice en anteriores oportunidades, pero son muchos y a quienes puedan interesarles están a disposición los archivos.
Desde enero de 2007 la situación se tornó más desagradable o intolerable para mí, alrededor de mayo escribí una carta haciendo un llamado a la reflexión y expresando la necesidad de establecer canales de diálogo para corregir la situación que se estaba viviendo, muchos compañeros del canal se sumaron al pedido.
Las autoridades no supieron o no quisieron reaccionar.
En mayo de ese año removieron a mi jefe de redacción sin ninguna explicación oficial aunque la realidad fue que esto ocurrió tras un incidente en el que la entonces nueva subdirectora de información, le había reclamado al compañero que asistir al canal con franelas del comandante Chávez generaba "fragilidad institucional", observación que el compañero no aceptó.
Pocas semanas después renunció otro de los colegas más capaces y comprometidos, por la incapacidad de las autoridades del canal, entre ellas por supuesto que tiene la mayor responsabilidad su presidente, quien se negó a atender a un grupo de trabajadores que buscaban darle solución a uno de los conflictos existentes. Ese fue el detonante para el compañero, y su importante pérdida por esta nueva muestra de desidia institucional, fue mi detonante.
Mi indignación y bronca llegó a su techo y al siguiente día le escribí una carta al presidente de la emisora en duros términos, denunciando varias de las situaciones anteriormente mencionadas, lo hice consciente de las consecuencias que podría traerme esa carta y así se lo manifesté en la misma.
A los pocos minutos, Armando Jiménez, director de información -y otro de los máximos responsables de toda esa situación-, me solicitó la renuncia, a lo que respondí que yo no renunciaría a Telesur, luego me informó que me iba a sancionar, le dije que hiciera lo que tuviera que hacer, entonces recibió una llamada y me dijo "no vas a continuar en Telesur".
A raíz de esta situación, dos días más tarde se convocó la primera reunión de trabajadores en Telesur, en medio de un ambiente de terror, plagado de personal de seguridad que tomaba nota de lo que allí sucedía. Al otro día una de las 3 personas que ejerció el derecho a la palabra fue despedido, a los demás se los amonestó o se los reprendió. El mensaje quedó claro.
Mi indignación se multiplicó ante la evidencia de un despido tan injustificado como el de un compañero que ejerce su derecho a la palabra en una asamblea, y ese fin de semana se denunció la situación en "La Brújula Mundial", la reacción de la gente fue contundente, lo que sucedía en Telesur, sucede en muchos lugares.
Ninguna autoridad del canal refutó ninguno de los argumentos expuestos en ese programa por quien esto escribe, lo que sí hizo Izarra fue presionar para que sacaran el programa del aire. Adicionalmente prohibió que un grupo de periodistas que habíamos firmado el comunicado de denuncia leído en La Brújula y publicado en Aporrea, pudiéramos ingresar como periodistas a la nueva emisora Tves, que estaba iniciando su proceso de formación.
Más de una vez distintos colegas que trabajan en ese canal me avisaron que harían gestiones para contratarme, fui yo quien tuvo que informarles que eso no iba a ser posible, y así fue, estábamos vetados.
No volví a hablar de Telesur hasta que después de la derrota en el referéndum de diciembre se suscitó una polémica entre los periodistas y escritores españoles Carlos Tena y Santiago Alba Rico y las autoridades de Telesur.
Tena formuló críticas a Telesur, y el canal respondió con una carta agresiva e intolerante, firmada por la funcionaria May Graterol, en la que se intentó descalificarlo. Alba Rico planteó algunos cuestionamientos e interrogantes a la nota firmada por Graterol.
Sentí la necesidad de contestar a las interrogantes de Alba Rico, no por ninguna cuestión personal, sino porque Telesur es uno de nuestros principales instrumentos a la hora de defendernos de las campañas contra Venezuela, y se evidenciaron graves hechos concretos que demostraron que este canal no estuvo a la altura de las circunstancias, eso tiene una explicación racional y concreta y estimo que es importante ponerla sobre la mesa, porque de otra manera es imposible corregirlo.
Además la primera respuesta del canal volvía a demostrar la intolerancia ante la más mínima crítica.
Para esa misma época un supuesto comando "Fabricio Ojeda" emitió una serie de documentos con información demasiado precisa sobre las tropelías, casos de corrupción y otras cuestiones relacionadas con Telesur, en seguida me llegó la información de que Izarra estaba ligando a ese supuesto comando con mi persona, en ese entonces escribí a un grupo de ex compañeros del canal para advertirles que era una acusación totalmente falsa y que si proseguían impulsando esa matriz de opinión, me iba a manifestar públicamente.
Como resulta por demás evidente, no necesito esconderme tras el amparo de grupos clandestinos para decir lo que considere pertinente sobre Telesur, a las pruebas me remito. De paso, me parecieron ridículos muchos de los postulados de este supuesto comando.
Hago esta aclaración porque no me sorprendería que ante esta situación, copiando el mejor estilo Naranjo-Uranio, se lance alguna difamación hacia mi persona vinculándome a este supuesto grupo. Para seguir parafraseando al reciente conflicto regional, reproduzco los postulados de nuestro presidente hermano Rafael Correa, lo mejor será remitirse a hechos demostrables e incontrastables, me prohibieron salir al aire sin ningún argumento.
En enero de 2007 produje un informe sobre la relación de los fiscales del caso Antonini con la CIA, el mismo fue publicado por la Agencia Bolivariana de Noticias y por el portal Rebelión, luego lo reprodujeron Aporrea y portales electrónicos de la mayoría de los países hispanoparlantes, también lo publicó una revista semanal venezolana, la prestigiosa revista Question y el periódico Liberación de Suecia.
Izarra hizo llamar a uno de sus viceministros a la Agencia Bolivariana para preguntar por qué habían publicado la nota y para solicitar que no se me contrate.
Durante los mismos días, el equipo de trabajo de La Brújula fue convocado por autoridades de Radio Nacional de Venezuela, que empezó a transmitir la segunda hora de nuestro programa en vivo por RNV. Adicionalmente nos invitaron a conducir el espacio "Con todos los Hierros", que se emite todos los días de 10 a 12 de la noche en esa emisora. Siendo 4 quienes conformábamos La Brújula, nos ofrecieron dividirnos en dos grupos y asistir los lunes y miércoles, los otros días conducen el espacio otros colegas.
En semanas posteriores recibí la oferta de hacer Notisur en YVKE, lo que acepté con gusto, y con el compromiso de siempre.
Así llegamos al jueves 6 de marzo, en el que la funcionaria Esther Hernández del MCI, jefa de despacho del ministro de comunicación, le comunicó a la máxima autoridad de YVKE Mundial, que yo no podía seguir saliendo al aire. Nuevamente sin ninguna razón esgrimida, la mencionada funcionaria agregó que yo no podía trabajar en ningún ente adscrito al MCI, cerrando de esta manera el cerco sobre mi persona.
Debo decir que en todo momento fui consciente de los riesgos a los que me sometía por cumplir con lo que siento es mi deber como revolucionario, que las consecuencias para mi persona son muy graves, pues me veo privado de mi derecho a trabajar por el capricho de un funcionario.
No pretendo postularme como santo porque no creo en ellos, ni tampoco me quiero victimizar ante nadie.
La exposición pública de lo sucedido en Telesur no proviene de un afán escandaloso o divisionista, hace algunas semanas, un colega internacionalista se contactó conmigo para que ofrezca mi testimonio sobre lo ocurrido en Telesur, me negué porque el tema ya me aburre y no creo que tenga sentido insistir, pero me veo en la obligación de hacerlo en estos momentos porque evidentemente hay personas que sí tienen intenciones de mantener vivo el conflicto.
De paso hay que anotar dos puntos lamentables:
1- Las informaciones sobre los conflictos acontecidos en esta emisora han superado las fronteras y hay compañeros (revolucionarios) que llegan hasta esta tierra para tratar de entender qué es lo que sucedió.
2- Cuando le comenté a esta persona que no me interesaba testimoniar pensó que era por miedo, entonces me ofreció declarar bajo condición de anonimato, como lo hicieron otros compañeros del canal, según me aseguró. Me senté a tomar un café con él y le sugerí una observación, que ahora la comparto con los lectores. Algo no está funcionando nada bien si para hablar de Telesur, sus protagonistas optan por la vía del anonimato.
No tengo nada personal en contra de Izarra, sí cuestioné su gestión, con argumentos puntuales que en ningún caso fue capaz de rebatir, ni de mandar a nadie a que lo hiciera.
Creo que parte de la función que cumplimos los periodistas en todo el mundo tiene que estar ligada con la generación de una conciencia crítica, parte de nuestro trabajo tiene que ser necesariamente la crítica a cualquier funcionario, crítica con argumentos, no ensañamiento. Allí estarán ellos para defenderse con sus argumentos y principalmente, con su gestión. La batalla debería ser de ideas, no de censura.
Un programa de radio crítico (1 de 57), la denuncia de hechos puntuales, y una columna crítica en un portal -hacia una gestión, no hacia una persona- realizada con argumentos y ejemplos específicos, no pueden justificar ninguna censura o persecución, más bien merecerían una respuesta concreta.
Yo sé que el actual ministro de comunicación reconoce mi trabajo como periodista, pero sin embargo actúa contra mí por encono personal -como es reconocido por sus propios funcionarios.-
Lamento tener que gastar mi tiempo en este tipo de cuestiones, debería estar cumpliendo con mi trabajo, que en este mismo momento sería terminar la nota de Naranjo.
Concuerdo con el concepto de unidad necesaria lanzado por el Comandante Chávez, tanto es así que hace poco mas de un mes, en medio de la feroz batalla comunicacional contra Venezuela -y en el marco de esta persecución personal-, le envíe al ministro un escrito con algunas ideas que se me ocurrieron para combatir la propaganda contra Venezuela en el ámbito internacional, lo hice porque estimo que por encima de cualquier diferencia está la Revolución.
Pero el pasado miércoles 5, el funcionario -o uno de sus colaboradores cercanos- debe haber visto el programa "Notisur" y mi nombre en Aporrea y se debe haber encolerizado. Seguramente no estaría al tanto de que "Notisur" no es una invención mía para provocar a nadie, sino que lleva más de dos años al aire, tampoco reflexionó que en medio de esta batalla debería estar mucho más preocupado por combatir a los enemigos de la revolución en el ámbito comunicacional, que por intentar destruir la carrera de un simple periodista que desde su lugar, trata de hacer lo que esté a su alcance para ayudar a sostener un sueño como este, por el que cientos de miles de latinoamericanos ofrendaron su vida a lo largo y ancho de todo nuestro continente.
Lamento haber tenido que incluir datos que pueden degenerar en nuevas persecuciones o maltratos, y emplazo al ministro a tener la mínima caballerosidad de no arremeter contra nadie, les pido mis más sinceras disculpas a quienes pudieran verse afectados, no me agrada tener que establecer este relato en base a una especie de anecdotario personal, pero esta es la única manera que tengo para evidenciar esta caprichosa, absurda y repetida persecución, cuya significación –estimo- tiene implicaciones que van mucho más allá de la anécdota personal.
En el caso de emprender nuevas retaliaciones contra cualquiera de los colegas que puedan verse aquí implicados, no será sino una muestra más de intolerancia y despotismo, y la evidencia de que una gestión pública como esa no es sana en ningún sistema de gobierno y mucho menos para quienes nos proponemos crear una sociedad cimentada en valores más humanistas.
En estos 3 años de estadía en Venezuela, he conocido a mucha gente, todo lo que está aquí escrito está confirmado por más de una fuente, en todo caso, nadie podrá decir que aquí se han escrito mentiras.
Yo soy un ciudadano de otro país que ha venido a Venezuela a tratar de ayudar a una revolución. Si es necesario puedo agarrar mi mochila en busca de otros destinos, no es mi intención ya que me siento muy a gusto aquí y tengo ganas de seguir trabajando para defender a este proceso. A lo mejor yo soy un metido y un desubicado, creo que es probable, pero de todas formas esto excede tal simplificación.
Ahora me toca asumir nuevos riesgos publicando esta carta, lo hago por lo mismo que lo hice cuando salí de Telesur, porque –insisto-, esto trasciende lo personal. Desde el ámbito comunicacional, deberíamos pensar si el modelo que nos conviene a los revolucionarios -aquí o en donde se produzcan los procesos de liberación- es el de crítica cero, censura para la crítica constructiva y libertad para la crítica destructiva. Resultado: Muchos optan por consumir la crítica destructiva antes que nuestros discursos.
¿Cuánto costo le generó a la extinta Unión Soviética la crítica cero?
Me cuesta entender este caso en el que la incapacidad de contraponer ideas termina llevando a una persona a lanzar toda su fuerza destructiva contra alguien.
¿Cómo es posible?
Extiendo a estas mismas autoridades otro llamado –y no para que lo hagan conmigo- al diálogo, al debate, a la discusión de ideas. No lo tomaron antes, tómenlo ahora, abran la discusión colectiva entre quienes tienen la responsabilidad de diseñar la política comunicacional revolucionaria. Estamos en medio de una feroz batalla propagandística contra Venezuela y no discutimos nada, no pensamos nada juntos, no nos detenemos sobre nuestras debilidades, no sabemos si tenemos fortalezas, necesitamos pensar, no censurar u ordenar unilateralmente.
Si algo puede mantenernos a flote en esta batalla de 99 contra 1 es la autoridad moral, si desde nuestro comando comunicacional revolucionario repetimos las prácticas y las políticas de los otros 99 estaremos demostrando que no tenemos nada distinto para ofrecer.
A los periodistas venezolanos quiero decirles que este proceso -que deberá ser de liberación o no sólo no será nada, sino que será un fracaso y un retroceso histórico- no es sólo venezolano, pero son ustedes quienes lo protagonizan, no permitan que se los maltrate, persiga o silencie por caprichos.
Estoy convencido de que en los miles de pequeños ejemplos como estos, se está jugando el futuro de esta revolución.
No permitan que se las roben, créanme, latinoamérica y el mundo los necesitamos. Y es por esto justamente, que Estados Unidos tiene tanta desesperación en destruir esta revolución.
No les facilitemos el trabajo, ¡por favor!
Andrés Sal.lari
Periodista argentino
PD. Esta es una carta necesaria también para nuestros usuarios de La Brújula, me parece importante agradecerles a todos por el afecto recibido sábado tras sábado, y las disculpas a quienes se hayan podido sentir ofendidos por cualquier cuestión.
A todos mi abrazo que será siempre e indefectiblemente, inspirado en la tradición anti imperialista sanmartiniana y bolivariana.
gringosallari@hotmail.com