En semanas pasadas el Ministro del Poder Popular para la Comunicación y la Información, debió salir con lanza en ristre a responder una serie de planteamientos e inexactitudes de todo calibre que hizo un señor de nombre Luis Pedro España en su artículo “Un cuarto de la Cuarta”, publicado en la columna que semanalmente mantiene en el diario Ultimas Noticias (10/02/08), la cual utiliza, precisamente, para eso, para divulgar sus reflexiones sesgadas y cifras inexactas y/o manipuladas sobre lo que ocurre en el país, como parte de sus esfuerzos por mellar la credibilidad del gobierno del presidente Hugo Chávez, sin que nadie del estamento gubernamental le hubiese respondido jamás, como este ministro lo hizo en esa ocasión.
Cuando leímos la excelente respuesta de Andrés Izarra (Ultimas Noticias del 17/02/08), lo confesamos, nos entró un gran alivio, pues de inmediato pensamos ver en ello el inicio de una política no anunciada, como debería serlo, pero al menos, puesta en práctica a partir de ese momento, que le daría oportuna y contundente respuesta no sólo a este caballero España y sus equivalentes, sino a la maraña de medios de todo tipo, escritos y radioeléctricos, que se han empeñado desde que Chávez asumió su mandato en 1999 y cada vez con más furor y saña, a decir mentiras de todo tenor. A ocultar de manera reiterada cuanto evento o hecho significativo gubernamental ocurre en provecho del país y de su pueblo, así como sesgar la información y manipularla con el mayor descaro posible, para con ello intentar desestabilizar la institucionalidad democrática en el país y reeditar los sucesos golpistas y terroristas del año 2002.
Para sorpresa bien desagradable nuestra, no ocurrió lo que imaginamos con esa salida al ruedo del ministro Izarra. Han transcurrido desde entonces casi tres meses y los Españas diseñadores a pedido para la falacia mayor y los llamados “grandes” medios de comunicación que fueron los artífices de esos eventos del 2002, continúan como si nada hubiese ocurrido tras la derrota que sufrieron, haciendo de la suyas dentro de un libertinaje increíble, sin que haya una voz articulada gubernamental que los desenmascare. Parece mentira que esto esté ocurriendo, pero es así. El mismo presidente Chávez en su alocución reciente con motivo de la juramentación del nuevo ministro del trabajo y los anuncios que hizo sobre el incremento del salario mínimo y otras reivindicaciones laborales con motivo del primero de mayo, nuevamente dejó colar su angustia por la falta de una acción comunicacional del Estado que sea capaz de transmitir al país los logros de la revolución e, igualmente, que se muestre con alta calidad y eficiencia como para demoler esa feroz campaña que trata de mostrar al país en bancarrota y listo para caer en un abismo sin fondo.
El tiempo apremia, tuvimos un traspiés el pasado diciembre con la pírrica victoria opositora frente a la propuesta de reforma constitucional (con una ventaja de apenas 1,41%) , debido, entre otras razones, a la pésima gestión en el área de la información y la comunicación, por lo que no podemos incurrir de nuevo en el yerro de seguir, o bien pasivos o fatalmente ineficientes ante la desinformación monstruosa de una oposición que aún sigue transitando los caminos del golpismo, porque no ha dejado de entender que el respeto a las reglas de la democracia no le abren posibilidad alguna para derrotar en una elecciones el proyecto de cambios revolucionarios que lidera el Comandante Chávez.
No queremos terminar sin antes consignar, una vez más, nuestra denuncia acerca del pésimo manejo que se hace de las páginas “web” de las instituciones gubernamentales. Todas, y no creo que mentimos al decir que sin ninguna excepción, se mantienen con un atraso sorprendente, además de que jamás dan respuesta cuando se les solicita alguna información estadística y/o sobre cualquier tema en específico vinculados a las propias actividades del despacho de que se trate. Allí el ministro Izarra debe adelantar una gestión de rectoría y vigilancia rigurosa (el gabinete ministerial debe otorgarle esa facultad), pues no podríamos jamás entender que al frente de las mismas se encuentre un equipo numeroso de periodistas y comunicadores que, junto al respectivo personal profesional y técnico de apoyo que tiene, solamente se ocupe de ordenar y tramitar pautas a sus amigos y recomendados, así como alimentar aún más la burocracia parasitaria. De otra parte, se trata de que esas dependencias, llamadas pomposamente de “Relaciones Públicas y Prensa”, conforman un potencial profesional humano que le daría concreción de manera bien expedida a todo esfuerzo que se acuerde adelantar, sin dilación alguna, para contrarrestar con el mayor éxito la campaña desinformadora de la oposición y de su vanguardia de guerra, la cual sigue estando integrada por los medios privados de la comunicación y sus socios internacionales, salvo excepciones demasiado pocas.
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