Recurrentemente sale a flote el tema de los periodistas que se dicen "neutrales" o "imparciales". De esto ya se ha disertado bastante pero en muchos queda en el tintero esa historia eufemística de la "imparcialidad". En nuestra vida cotidiana podemos ser imparciales en un juego de fútbol o de cualquier otro deporte que no nos atraiga pero si somos seguidores de un equipo en especial, claro que ligamos para ese, en nuestros ratos de esparcimiento. En una discusión de altos decibeles entre marido y mujer, lo mejor es tomar distancia y no parcializarse, excepto que uno de los conyugues sea hijo(a) nuestro(a). Pero en la política no ocurre así. Cada uno de nosotros tiene una simpatía por la ideología de izquierda o de derecha, con sus matices y derivaciones. Me explico. Puede que a un ciudadano le guste el gobierno derechista aunque le ve defectos y lo critica mas no quiere otro de filosofía opuesta. Si un personaje mentalmente inestable y desequilibrado, como por ejemplo, el general Baduel o el mediocre Ismael García, pregonan a los cuatro vientos que defienden el socialismo y la constitución, se acomodan al lado del comandante Chávez y después saltan la talanquera, esa gente no tiene ideología política definida, son personajes veletas que se van arrimando como vaya viniendo, solamente les interesa el bienestar económico y nada más. Esto quiere decir, que pese a sus mezquinos intereses monetarios, al final, comulgan con la hostia ácida de la derecha lacaya y asesina. Y así es la oposición del país, siente placer por el asesinato y le importa un comino el progreso del país, se venden al mejor postor.
Con el periodismo pasa algo similar. Después del triunfo del presidente Chávez, la ideología política criolla se polarizó. Somos dos grupos, el que apoya la opción del socialismo bolivariano y el grupo de la derecha adecopeyana afín al fascismo. No existe una persona sin preferencia por alguno de los dos sectores. Los que se dicen "neutrales" simplemente son indiferentes al proceso que vivimos desde 1999 y en su pensar egoísta ("si no trabajo no como") se plegan a la derecha, visto que el egoísmo es contrario al socialismo. Un periodista que trabaje en la cloaca de Globovisión JAMAS podrá decir abiertamente que apoya UNA sola gestión del gobierno porque sería expulsado como un perro a la calle. Un comunicador social que labore en VTV, en Vive u otro canal afecto al gobierno, JAMAS podrá apoyar una acción de la oposición lacaya ya que sería despedido ipso facto. ¿O no es así? Los dueños de los medios privados son fascistas que celebrarían a lo grande un magnicidio y por esa ideología asesina no pueden permitir a ningún empleado que medio huela a rojo-rojito. Yo creo que eso es algo que debemos aceptar sin asombro alguno, es apenas normal. Pregunto: ¿El periodista José Vicente Rangel es neutral? ¿Cuándo? ¿En cual época? ¿Vanessa Davies es neutral? ¿El matacura es neutral?
De modo que no nos llamemos a engaños. Si un periodista trabaja para un medio específico, tendrá que bailar al son que le toquen los propietarios del mismo, que son los de los reales y los que imponen su ideología, casi siempre de derecha. Lamentablemente no existe la autocrítica en NINGUN medio de comunicación, ya vimos lo que le pasó a Walter Martínez, por ejemplo, o a Andrés Izarra en RCTV.
Si tuviésemos en nuestros medios chavistas el buen sentido de la autocritica revolucionaria, habríamos avanzado mucho más y tendríamos el camino al socialismo bien andado. Pero señalar alguna deficiencia o error de algún ministro o alto funcionario sería la pérdida del empleo, quedaría estigmatizado, no consigue más trabajo en dependencia gubernamental alguna y eso es mediocre, triste y reaccionario. Vean lo que le sucedió a Luis Tascón.
Yo no censuro que los periodistas se identifiquen con una de las dos tendencias pero en el caso de los que se dicen revolucionarios debería pelear, como gremio, para que se permita la realización de programas que retraten deficiencias del gobierno que deban ser retomadas, corregidas, en dos platos, que ellos hagan contraloría social bajo el concepto de una producción constructiva para el avance del proceso revolucionario. Se le haría un gran favor a la patria. ¿Veremos eso? No lo creo…
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