No suelo hacerlo, pero, cuando a los demás se le olvidan las cosas, el deber es tratar que el resto recuerde, es un problema de memoria o sencillamente un olvido voluntario por razones de exclusión, si así, como lo leen, porqué, lo preguntarán. Obviamente, hablar de uno mismo y más cuando no se está bajo los efectos perniciosos de la costumbre es cuesta arriba, veo y leo a cada instante de manera inveterada ejercicios de anti humildad militante en “revolucionarios” activos que no tengo alternativa al asumir semejante tarea o mejor dicho plegarme a tan honorable casta. Quiero serlo, solo para escribir estas letras, es decir, convertirme en mi propio relator.
Lamentablemente, el destino me deparó una jugada innoble e inesperada que me apartó de un medio como Radio Nacional de Venezuela, luego de los sucesos de 2002, mi programa “Actores Económicos” fue una fuente de participación popular que a las ocho (8am), primero de lunes a viernes y luego “recortado a tres días, se convirtió en la conexión con el pueblo llano, sencillo de toda Venezuela; ese destino que tuvo más de satírico que burlón, significó mi salida de la radio y el veto en los medios del Estado, las razones, las conoció Mario Silva y los compañeros de Aporrea, el atropello contra mi persona fue sin tregua y de manera escalonada hasta que la Señora Helena Salcedo me expulsó de la radio, aduciendo “mala conducta” o una supuesta arrechera mía cuando me negaron publicidad del Banco Central, por supuesto que la hubo pero no, en los términos que inventaron para tal medida, para ser breve, todo comenzó cuando en un programa me referí a la necesidad de la investigación en cada periodista y en forma general, el Sr. León Olivier, dispuso a partir de ese momento y lo juró ante un amigo que me sacaba de la radio.
Bueno, eso ya es harina de otro costal, lo propio, lo actual es, y que me vino a la memoria, en el momento que no pude entrar a la sala José Félix Ribas del complejo Teresa Carreño, en ocasión del séptimo aniversario de Aporrea; donde volví a coger otra arrechera contra mi mismo, por llegar tarde y no haber ni entradas ni el derecho a entrar por abarrotamiento de la sala, por cierto la próxima vez, por favor mencionen que van a entregar las entradas para no perderme el virtual 8vo aniversario.
Lo de la memoria, viene al caso, cuando a uno no se le reconoce las cosas buenas que hace y que las medidas tomadas por las “cosas malas”, impidan cualquier reconocimiento, de tal manera que les tomo la molestia de promover que mi programa fue una tribuna inicial de la promoción de Aporrea y si no es así, por favor con la Biblia en la mano que quieran, juren que estoy equivocado y merezco reconocimiento aún de compasión para que no me de una tercera arrechera porque como inventó Helena Salcedo la directora eterna de Radio Nacional, formé un tremendo alboroto en la dirección, ese día tan quejumbroso para mi, bueno ya es hora de que se me reconozca como lo hizo en su oportunidad la esquina caliente de la Plaza Bolívar. Honor al vencido y gracias a Aporrea por permitirme comunicarme con la gente.
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