En el escenario político de desestabilización más reciente evidencia tres elementos predominantes que continúan generando matrices de opinión pública desfavorables al proceso y a esto podemos añadir una nueva controversia a dilucidar a lo interno del proceso según las acciones que se asuman, pasamos a describir:
1.- La sistemática política de desestabilización potenciada a través de: la constitución de la “Mesa de la Unidad Democrática” (MUD) que sigue generando opiniones y expectativas de fortalecimiento de la oposición; la movilización de sectores sociales de oposición, organizados en la calle, en la búsqueda del estímulo a la violencia; la cada vez más profunda penetración en los sectores populares de grupos de la oposición denominadas “redes populares”.
2.-La generación de nuevos elementos para la generación de matrices de opinión adversas al proceso: la polémica sobre la nueva reforma a la ley de educación y la operación reeditada de “Peter Pan” y el psicoterror sobre la pérdida de la patria potestad de los hijos; el anunciado atentado contra la libertad de expresión ante las sanciones aplicadas y por aplicar a Globovisión y el “Globopotazo” como reactivación emotiva de la oposición en la calle.
3.-La continuación de la campaña de adoctrinamiento neoliberal a través de la implantación psicológica del concepto de propiedad privada burguesa, y el estímulo a la confrontación con el Estado.
Y por último, la controversia sobre el encuentro de “Intelectuales, democracia y socialismo: Callejón sin salida y caminos de apertura” organizado por el Centro Internacional Miranda entre el 2 y 3 de junio que produjo entre sus conclusiones una serie de observaciones críticas al proceso revolucionario de manera pública y notoria, pocos días después que estos mismos intelectuales salieran en la defensa del proceso bolivariano ante los ataques de Mario Vargas Llosa, y que ha generado una serie de pronunciamientos públicos a favor y en contra de este encuentro, Incluyendo el pronunciamiento del Presidente de la República favoreciendo el debate pero cuestionando a algunos “intelectuales” y los argumentos que se utilizaron para la definición de su liderazgo.
Sobre este escenario descrito, el gobierno nacional y el liderazgo del Presidente Chávez deberían asumir la reflexión pública de las críticas emitidas por estos intelectuales, más allá del tema del hiperliderazgo que es hasta ahora lo que se ha replicado, convocando así a un encuentro entre el Presidente y los intelectuales, entre la Dirección del PSUV y los intelectuales y fundamentalmente entre las bases del proceso y los intelectuales, para orientar el debate hacia lo concreto.
Asumir este proceso impactará inmediatamente de manera positiva en el resto de los temas que se han construido como matrices de opinión adversas, ya que la raíz fundamental de todos los argumentos, orientados a afirmar que el gobierno de Hugo Chávez es autoritario, dictatorial, etc. se descalabraría como consecuencia de un ejercicio concreto de práctica democrática. El no hacerlo así no implica que no se sea democrático, pero se dejaría pasar una extraordinaria oportunidad para evidenciar el espíritu de esta revolución, con repercusión internacional, en especial en el momento en que se cuestiona la no existencia de libertad de expresión.
Estoy seguro que si se permitiera un debate, sin descalificaciones (y con prueba en mano de quienes son pagados por la CIA, si es el caso), entre sectores que propugnan un mismo fin, se lograría avanzar en gran medida a la solución de alguno de los problemas diagnosticados por los intelectuales, que a su vez son expresión de muchos en las bases.
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