Le quedó linda la declaración al CNP asumiendo posición respecto de las agresiones de los sátrapas hondureños al equipo de Telesur.
Cualquier incauto pudiera, en efecto, pensar que tal proclama surge de la mente de personas dignas, preocupadas no sólo por la integridad de los profesionales del periodismo, sino incluso por las libertades de expresión y de prensa que un gremio como ese debiera defender con verdadera rectitud y honestidad.
De seguro nadie de buen corazón encontrará de pronto incongruencia alguna entre lo que allí se dice y el ominoso silencio de los dirigentes de esa organización (algunos de ellos expertos en promover páginas fascistas en Internet para montarle cacería a los chavistas, y otros simplemente en escupir a sus colegas en los actos de reconocimiento a la labor periodística) frente a los desmanes de los medios privados de comunicación, tanto hondureños como del resto del continente, en el criminal secuestro a la verdad y a la justicia perpetrado en Honduras.
"¡Nos la comimos!", supongo que habrán pensado muy para sus adentros al idear el truco. "Ahora nadie podrá acusarnos de parcializados con los golpistas".
Sí. Asuntos complejos como ese pueden ser resueltos a veces en formas así de simples.
La misma SIP, sin ir muy lejos, despachó esta semana el problema con una muy bien redactada comunicación en la que los oligarcas que la integran hacen gala de una extraordinaria capacidad para la tauromaquia, evadiendo con destreza sólo digna del mejor César Girón la posibilidad de señalamiento alguno a los dueños de los medios hondureños como responsables de la barbarie que se comete en ese país producto de su actuación terrorista en contra de la democracia.
Por eso digo que el CNP de hoy es como el Titanic: esplendoroso quizás en su momento, pero al que después de décadas de hundido viene y le aparece gente empeñada en invertir en el rescate del fárrago de lodo y musgo en que se ha convertido, como si con eso se hiciera algo útil.
Ingenuos en verdad esos representantes del periodismo golpista, que suponen que adornando con un cuadro bonito su genuflexión a la élite delincuencial y terrorista que los dirige van a limpiar su enlodada faz de manipuladores de oficio ante el país.
Lo que les faltó fue el clavito.
albertoaranguibel@gmail.com