Pero el reporterismo se ha hecho un problema espinoso en este país. Hay quienes ya no ejercen como tal, sino como militantes de un partido que defienden los intereses políticos a costa de lo que sea. No parece que portaran un grabador o un micrófono sino un mazo en la mano, para agredir y generar violencia. El careo entre reportero y entrevistado es emocionante, anima, y creo que debe estimularse, sólo que con profesionalismo, desentrañando la noticia dentro del respeto mutuo. El fin debe ser informar y que la gente digiera lo que se transmite con la mayor objetividad posible. Tal cual sucedieron los hechos.
Sin embargo, muchos en esta labor actúan como politiqueros. Es más, están los que en esa deformación del oficio trascendieron y se convirtieron en sicarios de la información. No les importa informar verazmente, sino aniquilar al contrario, sin escatimar en que para ello tengan que distorsionar la noticia.
Tal situación es grave, porque se pierden elementos tan valiosos en el periodismo como la credibilidad, la seriedad, el respeto y la responsabilidad. En las escuelas enseñan a los comunicadores a ser incisivos, suspicaces, pero actualmente han llegado al colmo de preguntar y repreguntar sólo con el objetivo de provocar al entrevistado, para que reaccione y luego quejarse de que son agredidos en un país donde no hay libertad de expresión.
Igualmente, hay que decir que existen reporteros que les gusta investigar y sorprender con una noticia exclusiva, porque no hay algo más sabroso que ponerle sobre la mesa al público, una información que quieran ocultar en detrimento de la ética y la moral, pero ahora gran parte averigua, no para hacer justicia ni buscar soluciones como servidores públicos, sino para arremeter contra los enemigos y convertirse en violentos operadores políticos.
Lo peor es que después reclaman, chillan y patalean. Así como lo leen y seguramente, mis amigos lectores, los han visto en los diferentes medios. Algunos reporteros se comportan como politiqueros y provocadores de oficio y después quieren el trato de flamantes comunicadores sociales.