Convertir en pública la radio y TV privada, no en medios al servicio del poder

1. La radio y la TV privadas –incluso los medios impresos- han sido, quizá en todos los países, empresas para ganar dinero, mucho dinero. Son negocios, muchas veces peores, que el de las cantinas, centros de prostitución y fumaderos de todo tipo. Éstos, se sabe y se propaga que son malos, pero esos medios en manos privadas (cuyo control político, económico e ideológico es total) envenenan toda la vida. En Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, hace mucho que debieron ser cerrados para entregárselo de manera directa a los trabajadores para que los pongan a funcionar. Hay muchos ejemplos, pero el que más recuerdo fue el de Oaxaca en 2006 cuando las mujeres ocuparon canales de TV e instrumentaron programas de teatro, películas, así como de análisis y discusión.

2. Los trabajadores aprenden rápido a hacer las cosas, pero lo hacen mejor cuando de servir a la sociedad se trata. Los empresarios nunca podrán hacer nada en beneficio de la comunidad porque ellos exclusivamente buscan altas ganancias económicas, se orientan por el rating, por sus encuestas, para hacer sus programaciones y sus negocios. Pero lo que tampoco debe aceptarse es que esos medios de información, que justamente debe expropiarse al sector privado, pasen a ser controlados por el gobierno o el Estado. El funcionamiento de esos medios debe correr a cargo del presupuesto público a fin de que le sirvan al público, al pueblo que nunca ha tenido acceso a los medios privados y de gobierno. Por eso Chávez debe ser felicitado, pero al ponerlos al servicio de los marginados.

3. Históricamente los gobiernos han concesionado a empresarios los derechos para poner a funcionar medios de información, pero con la condición –obligatoria entonces- de que sean objetivos, de que informen con la verdad, se pongan al servicio de la población y ayuden a su desarrollo político y cultural con la mayor imparcialidad posible. Quizá cumplieron el primer día, pero ya en los siguientes comenzaron a ser “objetivos”, “reales”, a hablar “con verdad”, pero todo adaptado a sus intereses empresariales. No hay periódico en el mundo que no tenga una línea editorial o de noticias, ni mucho menos un criterio de contratación o despido de personal. Así que para trabajar o “colaborar” en esas empresas hay que caber dentro del cuadro marcado, sino fuera.

4. La disciplina, el amiguismo y el servilismo son esenciales, indispensables, en cualquier empresa de derecha, incluso de izquierda. Pregúntenmelo a mí (también a mi amiga con más antigüedad periodística y presencia, Manú Dornbierer) que me han dejado de publicar más de de 10 periódicos impresos después de años de estar en ellos (Excélsior, Unomásuno, Diario de Yucatán, etcétera) y algunas de la red de Internet (Rebelión) La realidad es que quejarse es ridículo cuando se sabe que en el sistema capitalista abundan las causas (contenidos, recomendaciones) Sólo se manifiestan para probar que todos los periódicos, sin excepción, tienen una línea, unos amigos y una V Columna que dice que es lo publicable y qué no. Además es “correctísimo” porque son órganos de poder.

5. Que Hugo Chávez tiene la razón al cerrar 28 o 30 radiodifusoras y televisoras, no tengo la mayor duda. Estoy seguro que los medios de información venezolanos son tan funestos como los medios mexicanos que en lugar de educar entretienen, que en lugar de informar deforman, que en vez de ser objetivos manipulan y que en lugar de llamar por nombres hablan de apodos: el Mochaorejas, el Chapo, el Trampas, el Mataviejitas. Por cierto, ha circulado por Internet que éstos mismos (los narcos) le llaman a los locutores de TV: “el borrachín” al más destacado de Televisa, “el lengua larga”, al de TV Azteca; el Ciro Comes (impronunciable) a otro y el pepe saltimbanqui al de Radio Fórmula. Así que entre apodos te veas. Esta es la calidad de los medios mexicanos.

6. En los países que en los últimos años han sido bautizados como progresistas, que además de los antes mencionados está Argentina, Brasil Uruguay, Paraguay, Guatemala, los medios de información se han convertido en el centro de aglutinamiento de los sectores derechistas más recalcitrantes, además que los gobiernos de EEUU han usado a esos medios informativos como punta de lanza para destruir a esos gobiernos de centro izquierda. Es obvio de que lo primero que hay que hacer el cambiar las leyes o las constituciones para evitar que las clases dominantes quieran respaldarse en sus obra. Hay que cambiar las leyes, pero de manera inmediata hay que arrebatar los medios de información, la orientación de la educación y la cultura, sino nos seguirán jodiendo.

7. La llamada libertad de expresión nunca ha existido ni podrá verse mientras una minoría sea la propietaria o la controladora de los medios de información. Es una estulticia con la que han querido engañar a la población. En el sistema capitalista el pueblo puede gritar, brincar, enojarse y hasta suicidarse por no poder hacer nada, pero su voz no será oída y menos atendida. ¿Algún medio informativo podrá difundir lo que está fuera de su línea empresarial o de gobierno? No me jodan. La libertad de expresión, información, de prensa sólo será posible en una sociedad igualitaria donde no haya gobernantes no gobernados, explotadores y explotados, ricos y pobres. Por eso cualquier expropiación tiene que ser social, no pasar del mando de unos a otros.

8. Por último, voy a pedir a todos los compañeros que les llegue este artículo que me respondan aunque sea un “sí “, porque varias veces que escribo me imagino estar como Jack Nicholson en El Resplandor, escribiendo como enloquecido la misma frase en la máquina y todavía creyendo que me la van a publicar. O quizá es mejor imaginarse que se hacen cosas útiles para sociedad cuando en realidad estamos muertos. Espero que Hugo Chávez exista, que haya expropiado a los grandes empresarios y que por primera vez el pueblo tome las empresas y las gestione a su favor. Deseo que esa sea una realidad y no una simple cosa, como las miles que se han registrado en el mundo, que permitan regresar las cosas a la normalidad capitalista. Espero que no sea una nueva ilusión.



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Pedro Echeverría V.


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