Son muchas las aristas que confluyen en esto del programa televisivo “LA HOJILLA”, hay que remontarse a sus orígenes para estar más cerca de la verdad sobre esa especie de juicio que recurrentemente se le hace al conductor Mario Silva; uno de los argumentos puestos sobre el tapete es un supuesto lenguaje soez empleado en ocasiones por Mario, otro es la prepotencia con que en oportunidades aparentemente, el conductor trata algunos temas. Seguro estoy, y hay que descartarlo de una buena vez que es una maniobra publicitaria de Mario, por aquello, de no importa que hablen mal o bien de mi, lo importante es que hablen, entonces, de que estamos hablando, si se hiciera un balance acerca de lo que ha representado y representa el programa, llegaríamos a la conclusión que su aporte a la revolución ha sido exitosa, al colocar en grado de evidencia los trucos desinformativos y tuerceduras de la información propagados por medios privados, fundamentalmente Globovisión, preguntándonos siempre en que situación anímica estarían los millones de venezolanos si no existiera la Hojilla.
El juicio a La Hojilla y a su conductor, no es nada nuevo, surge desde los mismos orígenes del programa, lamentablemente algunos camaradas no han reflexionado lo suficientemente y de alguna manera han obviado esa balanza que nos diría sobre los resultados de su emisión y transmisión que ha sido positivo y lo negativo, de antemano en nuestro caso y estoy seguro de la inmensa mayoría de compatriotas creemos firmemente de lo alto de su aporte.
Decíamos que no es nada nuevo, efectivamente y esto Mario lo debe saber, el celo profesional ajeno y propio, la envidia y la insidia, conspiraron en el circulo de periodistas colegiados desde un principio, con expresiones acerca de porque un no colegiado se le había dado tanta rienda suelta, la cosa fue bastante fuerte, al punto de asegurar el sucrito que el programa no ha salido del aire por la empatía y apoyo dado en vivo por el ciudadano presidente de la república en varias ocasiones, es cuando uno se pregunta hasta inocentemente, pude ser revolucionario aquel o aquella que supedita lo particular o grupal gremial a los intereses de la revolución, sencillamente porque quien hace las cosas bien y con alma y espíritu revolucionario no es sino como el mismo se califica bachiller marginal, acaso esto no es casual, porqué Mario recurrió a esta identificación, preguntemos, si defendemos a Mario, lo estamos haciendo por la revolución, al menos hasta que no demuestre lo contrario.
Por último, cuando nos referimos a lo de la venganza, lo es, desde el punto de vista profesional, por aquello recurrente y demasiado transitado, que me quemé las pestañas para graduarme y un bachiller marginal, nos ganó el espacio perdido, como dice el Dr. Lupa, Misterios de la Ciencia.
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