¿Qué dirán los fugados a Perú?

La justicia ha significado tremendo filón para la oposición desde que el presidente Hugo Chávez asumió el poder, al hacer de sus críticas a las leyes una barra de plastilina que estiran y encogen de acuerdo con su conveniencia.

Violan la Constitución y al caer presos, acusan al Gobierno revolucionario de dictatorial, pero cuando es evidente el respeto a sus derecho y se actúa apegado a la norma, hacen silencio o simplemente efectúan comentarios como este que escuché cuando le retiraron el delito de conspiración a Oswaldo Alvarez Paz: “así sería la presión internacional”, pero nunca admiten que la justicia venezolana garantiza el debido proceso.

En Venezuela sucede que cuando los enemigos de Chávez intentan hacer creer al mundo que aquí a los detenidos les colocan electricidad, los suben en un rin caliente, les apagan los cigarros en el cuerpo, los sientan sobre hielo, les sacan las uñas en torturas ordenados por el “tirano”, quedan libres. Así han sido liberados Wilmer Azuaje, Richard Blanco, Guillermo Zuloaga, entre otros.

Incluso, Capriles Radonski fue preso por el asedio de la embajada de Cuba durante el golpe de estado en 2002 y luego absuelto, aunque su caso lo reabrieron, pero de todas maneras se le garantiza el debido proceso y allí gobierna el estado Miranda.

Otro es Enrique Mendoza, el de la “curita” en el rostro, la gorra al revés y la famosa advertencia: “ese canal va fuera del aire, fuera del aire”. El 30 de noviembre de 2007 fue imputado por la toma de VTV también en abril de 2002, pasando a la clandestinidad. El 7 de enero de 2008, se entregó voluntariamente para acogerse a la amnistía decretada por el Presidente, de inmediato resultó beneficiado y ahí lo tienen queriendo ser diputado a juro. Así que no entiendo cuál es el carácter dictatorial del “autócrata” sobre la justicia venezolana.

Más bien todos esos hechos llaman a esta reflexión: así estarían los fugitivos de Perú, que en lugar de someterse a las leyes, decidieron ponerse en carrera, cuestión que, por cierto, no le perdonan sus seguidores pese al argumento de que en este país no les garantizan el estado de derecho y que no son fugitivos sino exiliados.

La gente no admite ver a un líder corriendo y menos en Venezuela, donde – y esto hay que decirlo- existen opositores que no huyen, deciden enfrentar la justicia y andan libres bajo este rrrégimen perverso, para colmo, sacándole nuevamente la mamá a Chávez, acusándolo de monstruo y cuanto calificativo se les viene a la boca en este país, según ellos, “carente de libertad de expresión”.


albemor60@hotmail.com


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Alberto Morán


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