Otro año electoral y otra vez la historia repetida. Con vocación de mosca que se estrella contra el cristal, la oposición venezolana insiste en la misma fórmula, tontísima fórmula, de pensar que el pueblo es gafo.
Claro que hay gente, su gente, que víctimas del terror que genera la ignorancia, se descompone ante la simple mención de una palabra cuyo significado se empeñan en desconocer. Es que en su extraña forma de proceder, para estas aterradas personas, indagar sobre el comunismo parece ser una especie de traición a sus principios. Para ellos es un punto de honor y te lo dicen orgullosos: ¡yo no tengo por qué saber de esa vaina, chica!
Es así como, bajo la sospecha de comunismo, protestan contra una ley de educación que nunca leyeron. Es de ahí que surgen profundas consignas como ¡No es No! Es ese no querer saber porque ya sé, ese por algo fui a la universidad, esa arrogancia sin sustento, lo que los convierte en presa fácil, en pececitos dorados -de bisutería- dentro de una pecera de pirañas.
En nombre de la democracia, siempre contrapuesta al comunismo maluco, defienden los privilegios de quienes los explotan, poniendo voluntariamente la cabeza en la guillotina de sus verdugos. Movidos por una sed de justicia retorcida, defienden arrebatados el derecho a la especulación, a la estafa bancaria e inmobiliaria, al cobro del IPC, el derecho al fraude fiscal y hasta terminan pagando como unos gafos los impuestos de un millonario evasor a punta de Globopotazos.
Sus causas “justas y libertarias” dejan de serlo apenas les dan otra pauta: de “Somos gente del petróleo” a “Estamos Contigo RCTV”, a “Yo quiero arroz saborizado”, a “Con mi aumento de matrícula no te metas... Sus miedos pasan de moda y ya nadie se acuerda de que el año pasado a esta hora les iban a quitar a sus muchachitos, ni de que el año anterior iban a ser obligados a compartir su casa con varias familias cubanas, ni hablar de los bombillos espías que conectaban sus cocinas con la oficina de Fidel.
Esta amnesia inducida borra también a sus héroes, que tal vez por poco heroicos sean fáciles de olvidar. Y Nixon fueron todos, y Yongo se gastó el medio millongo, y pelaron el culito como Julito Pelao… Y detrás de ellos los que no se borran, las viejas caras de siempre, y otras nuevas que pronto envejecen por contagio, ocultas bajo otras fachadas, nuevos partidos que apestan a pasado enterrado.
Otra vez, como cada año, ellos llaman a votar cantando a priori un fraude que solo cuaja donde pierden, y acude al llamado mi pobre y aterrada “gente pensante de este país”, que no quiere saber a qué teme y que cree que ver al futuro es mirar hacia atrás.
Otra vez, como cada año, el delirio recurrente.
carolachavez.blogspot.com