El máximo desprecio de la oposición contra los partidarios de Chávez es que tienen “mal gusto” y si osan tener algo “de buen gusto” son corruptos. Lo malo para pobres y negros. Lo bueno para ricos y blancos. Los chavistas, que para algunos es sinónimo de pobre y mal vestido para honra de Chávez, no tienen derecho a comer, no tienen derecho a una vivienda, no tienen derecho a la educación. Pero más allá de eso que son derechos humanos fundamentales, no tienen derecho tampoco a que les guste la Fórmula, ni el golf, y hasta el fútbol, que en Venezuela, al contrario que en el resto del planeta, se lo quiere apropiar la “gente bien”. Los pobres y negros al boxeo y al básquet, los ricos y blancos al tenis y al golf.
Parte de esas afirmaciones han sido provocadas por algunas iniciativas gubernamentales instaladas desde la improvisación. Para sólo poner un ejemplo recordemos cómo surgió Mercal, excelente idea que le permitió y le permite a la gente comprar más barato, cómo no, pero en una rolo de cola debajo de una pepa de sol que hizo, y hace a más de uno soñar con el confort de cualquier expendio de alimentos privado. Lo malo para los pobres y la izquierda, pero en este caso hecho en revolución.
Esa improvisación que en ocasiones “caracteriza” a la Revolución Bolivariana es producto en muchos casos de ausencia de planificación, sí, cómo negarlo. Pero cuando la improvisación desaparece y quedan los logros, emerge la lucha de clases que en Venezuela se manifiesta hasta en una ridícula pelotica de golf. Y es que cuando un “negro pata en el suelo” osa tocar los terrenos (del golf) de la “gente bien”, se agudizan las contradicciones, como bien dicen los manuales del marxismo. Y también algunos revolucionarios entran en cólera por tener que ocuparse, por ejemplo, del triunfo de un venezolano de un “deporte de ricos”. ¿Cómo es eso que el Presidente felicita a un jugador de golf? ¿Cómo es eso que el Estado venezolano financia a Pastor Maldonado en la Fórmula 1? ¿Cómo es eso que los chavistas usan teléfonos celulares de última generación? Y en contrario, ¿Cómo es eso que a todos esos pobres de solemnidad el Estado les dará una vivienda, igualita a quienes tuvieron que ponerse en manos de estafadores inmobiliarios? ¿Cómo es eso que un chavista maneje un Williams?
Pero hay más, ¿Podremos celebrar los triunfos de Maldonado? ¿O hemos de avergonzarnos porque es un deporte de ricos? ¿Quién maneja y programa el “revolucionómetro”? ¿Quién es más venezolano Subirast, Maldonado, Magglio, Johandry, Vega o el difunto Inca? ¿Quién tiene más miedo a la igualdad? ¿La oposición, que se ve despojada de “privilegios” o los socialistas que nos avergonzamos hasta de nuestros logros? ¿Somos socialistas o ascetas?
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