La oposición y el gobierno saben que el problema más grave, más mediático, más letal, más triste, que tiene Venezuela es la inseguridad. La inflación es el segundo, pero nadie se muere de inflación, ¿de qué me sirve una inflación de un dígito si no se reducen los índices de inseguridad?
Así que están claros los diputados de oposición al no soltar ese “hueso”, no desabrido, sino apetitoso, que resulta atacar al gobierno del presidente Chávez a través de la inseguridad personal. Y como estamos en el país de las dos caras, de las dos realidades, del Hombre Par, pues poco importa saber quien dice la verdad con respecto a las cifras de inseguridad. Estamos en el “país de las sensaciones”. Llegar a la verdad no importa. Importa quien haga mejor el show, quien escriba el mejor guión, quien gaste más real en producción. Quien “trasmita” más. Vivimos a través de las cámaras de televisión. Porque mientras más recursos comunicacionales haya, los espectadores estarán más satisfechos, se estará más cerca del Oscar, de las cámaras y la acción. Más cerca de la “verdad”. ¿Más cerca de 2012? El cine de autor, el talento, el de los bajos presupuestos, son sólo argumentos románticos.
La estrategia opositora no es especial ni brillante. Las cifras están allí. Una diputada las “maquilla” porque las cámaras están encendidas. El Instituto Nacional de Estadísticas la desmiente. Pero eso no basta, porque, en contrario, es “suficiente” con darle difusión a las historias de los hombres, mujeres, niños, niñas, ancianos y ancianas cuyas vidas y muertes forman parte de las estadísticas de la violencia. Son historias reales usadas sin pudor sin miedo y con mucho deleite por medios de comunicación de la derecha, profundamente antichavistas y con cero apego a la ética periodística.
El gobierno apostó a atacar el problema de raíz. La premisa principal fue crear una nueva policía, humanista, profesional, apegada y respetuosa de los derechos humanos. La izquierda lo agradece y la derecha desespera.
Mientras se forma y se consolida la nueva policía, la verdad sigue en su sinuoso camino y se esconde detrás de cámaras, mega píxeles y miles de millones de caracteres. Puras sensaciones. A cada secuestro express le llega su hora cero.
Y es que no es lo mismo atravesar la Cota Mil a medianoche, de Petare rumbo a La Pastora, aferrada a la seguridad de la raya blanca que nunca se moverá del asfalto, a atravesarla acompañada de una coctelera en tecnicolor, aferrada enhorabuena a “una sensación de seguridad” que muchos jamás sentirán. La sangre en plano cerrado, los “madrugonazos” en planos abiertos, la mejor edición, la más cara producción en “sana” competencia, a la vista de todos. ¿Quién se llevará la estatuilla?
MECHACIN@GMAIL.COM