En Venezuela la derecha política ha prostituido el recurso extremo de las huelgas de hambre, con una “mamaderita de gallo…”, por decirlo con frase criollísima, practicando ayuno a la luz del sol pero en la sombra, especialmente frente a las oficinas de la OEA en Caracas bien atendidos por médicos, paramédicos y pantalléricos, que visitan durante el día el lugar, para aparecer en las pantallas de globoterror visión, 24 horas de desinformación y amargura hasta la locura. Lo cumplen en aras del derrocamiento del rrrrrégimen, bajo el guíón de las revoluciones de colores en Europa, pese a que en la Venezuela de la revolución socialista y bolivariana, participativa y protagónica, han caído derrotados en sus imitaciones balurdas que no mueven masas sino mesas y escritorios de oficinas con aire acondiciomado, donde la mismas figuras que apoyan todo lo que vaya contra Chávez, declaran para la extensa cobertura de prensa. En este “rollo” ha quedado en evidencia la prostitución de la huelga de hambre, con el descubrimiento de quienes de día ayunan, pero de noche superan la ayuda del suero intravenoso u oral, para meterse ¡¡¡unas papas nocturnas!!!, que al mejor ejemplo de la huelga del exgobernador Toño Ledezma, designado a “dedazo” en tiempos cuartorepublicanos, saldrán como él, rozagantes, cachetudos y enérgicos en sus declaraciones, al final del show del ayuno. Y no es insensibilidad sino vergüenza nacional, ver la cobertura mediática que reciben -aunque en honor a la verdad cada vez más disminuida-, jovencitos que no luchan por reivindicaciones estudiantiles, populares y menos de lucha de clases o la libertad e independencia como lo hicieron Ghandi y tantos ejemplos mundiales, sino para solicitar que vayan a ocupar escaños como Diputados en el Poder Legislativo venezolano, individuos puestos en listas de elecciones parlamentarias, para engañar al pueblo votante y sacarlos de la cárcel, donde están y deben continuar a consecuencia de sus pillerías homicidas y ladronas. Por dicha razón insisto en que la derecha venezolana ha dado demostraciones de creer que la política es cuestión de truco publicitario y propagandístico, sin medir las consecuencias vergonzosas y ridículas de sus acciones poco responsables y extremadamente inmaduras. La OEA no puede estar por encima de la Ley venezolana ni de ningún otro país que integre la organización hemisférica, atrás quedaron los tiempos en que la OEA hacía lo que dictaran gobiernos de la Casa Blanca, esa ingerencia ha quedado desenmascarada desde que el sur del Río Grande es cada vez más verdaderamente independiente y soberano.
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