El miércoles 9 de marzo, a las 7 de la mañana, cuando Henry Ramos Allup se estaba afeitando, sonó su celular. Era Ramón Guillermo Aveledo. “Tú estás loco, Henry, qué vaina es esa, cómo se te ocurre declarar esa vaina hoy en la prensa”. “Aguántate, Ramoncito el cimarrona, ¿qué te pasa?”. “Vente para la sede de la MUD, que aquí te estamos esperando todos para que nos expliques esa jugada tan sucia que hiciste hoy”.”Bueno, pero me imagino que me van a invitar a desayunar”,
Ese día miércoles, el diario Ciudad CCS, publicó una entrevista que el periodista Clodovaldo Hernández le había realizado a Henry Ramos Allup. Y entre las perlas que decía era que: “Es mentira que ese decreto cayó del cielo, lo habíamos visto todos una semana antes”.Eso tenia muy mal a todos los miembros de la Mesa de la Unidad, y por eso lo estaban llamando para que se explicara.
Los periodistas de los medios privados comenzaron a buscar a los dirigentes de la oposición para preguntarles si habían visto el decreto Carmona antes del golpe de abril de 2002, y Julio Borges dijo: “Yo lo vi por televisión. Eso de Ramos Allup no es conmigo”.
Mientras tanto, Ramos Allup en su casa, elegía el traje de gala que se iba a poner “porque hoy seré noticia todo el día, mi amor”. Eligió un traje azul, una camisa blanca, y “una corbata Luis Buitton, como las que usa el compañero chavista Pedro Carreño”. La esposa reía mientras lo escuchaba. “Tú siempre de provocador, prepara lo que le vas a decir a Barboza y a Mendoza y a Ledezma, que anda detrás de ti pidiéndote que lo apoyes para candidato de una buena vez y tú ahora le eches esa broma”.”Tranquila, mi amor, que la política es así, hay que saber dar el zarpazo en el momento adecuado, no añingotarse ni esmorgallarse, hay que sorprender, y yo estoy sorprendiendo”.
Llamó a su chofer y le dijo: “A la casa de los resentidos, Felipe”. Y Felipe sabía que la Casa de los Resentidos era la casa donde se reunía la MUD y hacia allá se enfiló. Mientras viajaba en la parte trasera del Mercedes Benz, Ramos Allup escogió entre todos los periódicos que el chofer le había colocado en una carpeta, al diario CCS. Allí estaba su entrevista. Comenzó a leerla y se reía. “Ahora verán señores al diablo pasar trabajo”.- dijo en voz alta y el chofer le contestó: "Perdón señor Ramos, lo dejo por aquí”. “No, Felipe, estoy hablando conmigo mismo, que es lo que más me gusta”.
El chofer se estacionó cerca de la casa de la MUD, se bajó y abrió la puerta trasera y Ramos Allup bajó hecho una fiesta. Se alisó la corbata y se dijo. “Adelante a luchar miliciano”. Y entró a la casa de los resentidos sociales, como él la llama. Andrés Velásquez fue el primero en decirle: “Yo no vi ese decreto.”. Y Gabriel Puerta aprovechó y también dijo: “Y yo tampoco”. Y luego se escuchó un murmullo que repetía ni yo, ni yo, ni yo, ni yo.
El hombre tomó asiento y tosió lentamente. “Señores, quiero decirles que a partir de ahora están en mis manos. No solamente ustedes, sino los dueños de los medios. Ahora el candidato aquí soy yo. Los conozco muy bien, así que vayan pensándolo, el candidato que va contra el tirano de Sabaneta soy yo”.
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