¿Alo Presidenta?

Contar los sueños, salvo entre surrealistas o a psiquiatras, siempre fue considerado impertinencia. Pido disculpas por alejarme de la regla y contar que me quedé dormido escuchando a la flamante candidata María Corina Machado, toda prolija y monocorde ella, y comencé a soñar que la entrevistaba. En sueños conocí al marido, que se encogía de hombros, resignado, y me decía “¿Quién la para?”.

Mi sueño se convirtió en pesadilla porque, efectivamente, nadie la paraba y seguía debitando como tubo roto los lugares comunes de la burguesía, que finalmente no son sino variaciones para justificar que cuando 100 venezolanos pedimos unas pizza dividida en 100 porciones, el primero coge 80% porciones para él solo. Y si alguien pregunta por qué, grita ¡Eso es comunismo! y saca un revólver.

Me desperté, desesperado, y la emprendí con los de la casa -¡Coño! me dejaron con esa mujer que no acaba nunca… Eso no se hace ¿Acaso ustedes no escuchaban semejante tortura? -Si, y para no escucharla fue que te cerramos la puerta… Lector o lectora: en tu honor y por primera vez en toda mi existencia voy a utilizar los signos de puntuación para expresar lo que entonces dije: ¡&/%*)/”$%ª!...

ALO PRESIDENTA

¿Qué sustancia controlada se inyecta, inhala, traga o fuma María Corina Machado para hablar sin parar, pensar o sentir su caletre durante tanto tiempo? ¿Megadosis de “Frankesteina” de acción prolongada? ¿”Vampirocidina” en grageas? ¿Pechuga de cotorra furibunda deshidratada? Imagínense horas de “ALO PRESIDENTA” con esta matraca infernal en tono autoritario, definitivo y exasperante.

No hay amor, ni humanidad, ni maternidad, ni fraternidad, ni respeto ni consideración en esta Cruela Devil desaforada. Solo prepotencia, logos, lógica infernal, ritornelo de todas las frases vacías de la política tradicional y la seca; demagogia de señora regañando a sus sirvientas, cuaima rica regañando a su marido pobre o jefa de personal de textilera amenazando a las obreras. Antes de despertarme, soñaba que una rodilla de María Corina le decía a la otra: “Parece que se estrelló un avión en la terraza…”

María, la que venía pero nunca llegaría; María Corina, la que iba hacia el palacio y se quedó regañando en la cocina; María Corina Machado, la que iba para Miraflores y se le olvidó el mandado… Ni en un malsueño.


rothegalo@hotmail.com


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Eduardo Rothe


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