Más que en cualquier otro momento de nuestra historia contemporánea, es pertinente analizar qué es lo que se dirimirá en las próximas elecciones presidenciales. Aunque son nueve los precandidatos de la derecha, su propuesta de país es la misma: neoliberalismo, coloniaje y la caridad como programa social. Es una confrontación entre la derecha y la izquierda, son dos concepciones de país antagónicas.
Digamos, pues, que el pueblo elegirá entre dos formas de concebir el mundo. La que reconoce y defiende la existencia del pueblo Palestino y la que lo niega y convalida más de 50 años de atropellos del estado sionista de Israel. La que rechaza el intervencionismo extranjero en Libia, Afganistán e Irak y la que les manda aviones de guerra no tripulados para matar y apoderarse de sus recursos y riquezas cual piratas del siglo XIX.
La derecha, de la mano con el neoliberalismo salvaje, convierte a los seres humanos en números, los pensionados y jubilados son sólo un porcentaje, un gasto, una pérdida para el Estado. La izquierda asegura la vejez con pensiones y jubilaciones dignas. Donde la derecha ve expropiaciones, la izquierda ve fortalecimiento del Estado. La izquierda regresa a la patria las reservas de oro para proteger nuestros recursos. La derecha se arrodilla ante el capital extranjero oponiéndose a la repatriación del oro, para favorecer el interés del capital transnacional.
La derecha venezolana, representada hasta ahora en nueve precandidatos, despliega desde ya, como lo ha hecho en la última década, una campaña sucia para desprestigiar al gobierno de Chávez. Las mentiras más repetidas buscan crear en el exterior las condiciones para convertir al Estado venezolano en un Estado forajido, que facilitaría una intervención militar extranjera en el país. La inclusión de cuatro venezolanos vinculados de distintas formas al Estado venezolano en una lista que los ubica como colaboradores con el narcotráfico y la guerrilla colombiana tiene esa dirección. Cualquier “prueba” es usada para estos fines. Hay computadoras devenidas en cajas de pandora, narcotraficantes convictos y confesos y una pléyade de apátridas que repiten como loritos las mentiras antisoberanas.
Es época, pues, de campaña, adelantada no hay que decirlo, y de elecciones. Habrá que discernir entre la verdad y la mentira, entre la guerra y la paz. Todos los demonios y muy pocos ángeles andarán sueltos. Pero al final sólo el voto soberano decidirá. El voto soberano que ha legitimado una y otra vez a Chávez en el poder. El voto soberano que es la oportunidad de la oposición, pero ha sido y seguirá siendo, también, su cruz.
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