La célebre expresión de Eduardo Galeano, “el mundo al revés”, es magnífica para caracterizar el contrabando que diseñadores de imagen tratan de meternos con Capriles y su propuesta para Venezuela.
El candidato opositor se presenta como algo distinto a Luis Herrera, CAP o Caldera, es decir, al pasado; pero su programa, oculto en palabras huecas, es un abultado paquete de dinamita, que haría del caracazo cuento para niños. Más de lo mismo de antes.
Dice no querer confrontar con nadie, ni siquiera discrepar, sino presentar un panorama de progreso, que alcanzaríamos aplicando medidas que son en sí mismas violentas y atraerán sobre Venezuela rayos y centellas, diluvio universal y los “Siete Jinetes del Apocalipsis”, en cayapa.
El capitalismo neoliberal, tutelado por el FMI que ofrecen los asesores de Capriles, más que éste mismo, quien aún no ha madurado tanto como para saberlo a plenitud, es rapaz y violento, aunque se cubra bajo la capa de Caperucita Roja. Basta que el lector eche un ojazo sobre el panorama europeo del momento. La violencia comienza por reducir pensiones, hasta suspenderlas, bajar drásticamente salarios, reproducir el desempleo, aumentar impuestos e intereses bancarios, subvencionar la gran empresa y capital financiero, elevar costo de servicios, privatizar la educación, disminución ilimitada del gasto público y en asistencia social; en fin, sólo interesa concentrar riqueza en pocas manos y sacar la policía a reprimir. Ese cuadro es comparable al Guernica de Picasso; es lo que envuelve programa de Capriles; tan violento como el bombardeo franquista sobre aquel pueblo vasco.
El venezolano bien lo sabe, porque es el mismo de la IV República. Capriles nada quiere, según dice en público, con quienes le pusieron en práctica, pero si le parece adecuada la fórmula para volver a aplicarla. En el caso negado que accedieran de nuevo al poder, intentarían hacerlo, con toda la violencia que ella encierra, pero además pondrían en juego todo el poder de fuego que pueden apilar. La amenaza de la invasión sigue en pie y es opcional para cualquier circunstancia.
Por eso, el venezolano por defender su destino, derechos, en fin de cuentas, lo suyo, mire el cuadro de Francisco Goya, “Pelea a Garrote”, que no es más que rodilla en tierra. Para atrás nunca.
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