Por estos días, misteriosos de Abril, calurosos con extrañas lluvias en todo el continente, revolucionarios, rebeldes…, cosas fabulosas ocurren a nuestro alrededor:
En el bosque del frente, al poco tiempo de haber realizado la más publicitada campaña electoral primaria para escoger al máximo representante ante la celebración general de la selva, el bobo con bombos y platillos anunciaba su victoria. ¡3 millones de almas habían votado por él!, o tal vez había sido elegido en consenso secreto con apoyo imperial. Los medios de propaganda estaban a la orden del día. Para ellos la línea a seguir era proclamar desde entonces la contundente victoria en el combate final que dentro de escasos cinco meses se realizaría.
Por momentos relampagueantes, el bobo era presentado por cualquier medio como el salvador de la selva. Se le veía dar vueltas alrededor del ring, zigzagueando, brincando y todos esos movimientos del boxeador que entona su cuerpo antes de cualquier combate. Lo extraño es que nunca se le vio montado en el centro del cuadrilátero. Es flaquito, de ojos desorbitados, muy cayado y siempre va vestido con trusas de barras y estrellas en representación del bosque imperial.
Un día, de estos misteriosos de Abril, para resaltar su figura y popularidad, se invitó a la mayor cantidad posible de medios, nacionales, internacionales y de otras galaxias. Era necesario mostrar al bobo, representante de la comarca imperial, en todo su esplendor, el lugar estaba abarrotado, suena la marcha triunfal, en el centro del ring, desde lo alto desciende el anunciador mientras va leyendo el curriculum vite del bobo y señalando sus potencialidades para llevarlo a ser la figura estelar de tan magno compromiso.
Al término del anuncio, los flash destellaban en todas direcciones en aquella noche tan linda de abril, pero el bobo, como cualquier representante imperial, no aparece. ¡Se está tomando su tiempo! ¡Se está haciendo esperar!...Se oyen los rumores entre los asistentes. El rostro del anunciador se va descomponiendo en la medida que aumenta la ansiedad por la ausencia del contendor. ¡Que salga, que salga, que salga! Un coro de mil voces estremece el recinto…
De pronto, se apagan las luces y un rayo luminoso cruza el firmamento marcando el camino… Todos vuelven la mirada al sendero de alfombra roja, un ruido ensordecedor parece derrumbar el auditórium…El bobo llega, como acostumbrado está, da la vuelta en torno al ring, sigue todos y cada uno de los pasos marcados por sus asesores, ¡No puede haber equivocación! ¡Es el momento triunfal!, su candidatura oficial será presentada.
Se detiene a un lado del ring, ¡la escalera por la que debe subir está preparada…!, ¡Que suba, que suba, que suba! Aclaman los presentes, desde luego, periodistas invitados de todos los rincones del universo. El bobo, con sus manos en alto, pecho descubierto, ojos desorbitados y sobre todo de trusa de barras y estrellas al mejor estilo imperial, observa a su alrededor.
-¡No son tres millones. Sólo son periodistas traídos de todos lados! ¡reflexiona!
La intensa luz espectral que lo ilumina parece hacer dañado a su retina, o por lo menos algo tiene en el ojo. ¡Se está frotando los ojos!. Levanta la cabeza y vuelve a mirar a su alrededor, no puede creerlo, ¡está atónito!, mira al centro del ring y ve, en la figura del anunciador, ¡a un gigante de 10 millones de almas!. Su rostro palidece, sus piernas no lo sostienen, la sudoración lo envuelve copiosamente… Mira en todas direcciones y entiende. ¡El viejo zorro! siempre a distancia, más por zorro que por viejo, le hizo creer que con tres millones era suficiente para ganar la contienda. ¡La matemática es clara, 10 millones es mayor que 3!... En su mente, a su alrededor, el mundo se derrumba…, miró en todas direcciones y sólo le quedó, con las pocas fuerzas que aún conservaban sus piernas, correr, correr, correr, en la dirección que, su instinto natural de “ave boba”, mejor conocía. ¡Pal Norte!
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