Inmediatamente que el candidato de la derecha terminó su presentación en la Plaza Diego Ibarra de Caracas, luego de inscribirse en el CNE, les aseguro que uno no puede alegrarse por lo que considero un infeliz momento para quien ya es conocido por su escasa capacidad para comunicarse, expresarse o decir lo que uno supone tiene que decir. Supongo también que quienes asumen la función de asesoría, siempre bien pagados, sufrieron y sudaron la gota gorda en esos 19 angustiantes minutos. Los más largos e interminables en la vida de Capriles y de sus seguidores más íntimos.
Recordé a líderes de la derecha y de la izquierda venezolana, conocidos y caracterizados por el excelente don de la palabra, convertida en discurso como construcción de ideas, planes y proyectos. No me imagino a uno de ellos en una tarima cometiendo la tontería de decir cuatro pendejadas delante de una numerosa militancia. Y si en la Plaza Diego Ibarra estaba un millón de personas, como dicen ellos, esperando oír la orientadora de su líder, lo que hizo Capriles es imperdonable, para ellos. Cualquiera que haya ido a ese acto, lo menos que puede sentirse es irrespetado por quien cree estar convencido que quien aspira dirigir los destinos de un país tiene que administrar sus palabras o decirlo todo con mensajes de texto vía celular. Así en pocas palabras y reducidito. ¿No les parece?
Bien, más allá de nuestras opiniones, suponemos que quienes rodean al flaquito, como se autodenomina, deben estar bien preocupados por sus pasos, por el tipo de campaña que hace, por la ausencia de filin, por querer parecerse a Chávez y por algo desesperante para ellos, como son los resultados de todas las encuestas realizadas hasta hoy que ratifican una sólida e irreversible ventaja al Comandante Presidente.
Ya sabemos que estamos en presencia de una derecha venezolana que hasta ahora no se atreve a sincerarse con los venezolanos. Tan es así que es incapaz de reconocer de manera afirmativa y contundente al CNE como árbitro. Una derecha que jamás asumió su responsabilidad en su participación en el golpe de estado del 2002 y el paro petrolero. Mientras tanto, Chávez no solamente afirma y reafirma que respetará los resultados sino que reconoce los avances del sistema electoral venezolano, como uno de los más avanzados del mundo. Y como muestra de respeto, seriedad, responsabilidad y compromiso le presenta al pueblo venezolano una sustanciada propuesta de gobierno para el periodo 2013-2019.
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