Increpado por no asumir una posición más firme contra la esclavitud durante la guerra civil estadounidense o Guerra de Secesión, Abraham Lincoln afirmó:
“Mi objetivo primordial en esta lucha no es acabar la esclavitud sino salvar la Unión (de los EEUU). Si para salvar la Unión tengo que mantener la esclavitud, la mantendré. Si para salvarla, tengo que dejar en libertad a todos los esclavos, los liberaré y si tengo que liberar a unos si y a otros no, también lo haré. Mis acciones en relación a la esclavitud y a la raza de color están determinadas por el destino de la Unión” (traducción libre)
Salvación de la Unión que era realmente una lucha por la tierra y el poder liderada por la “moderna y progresista” burguesía industrial del Norte contra los terratenientes del agrícola del Sur. Sin embargo, los medios de comunicación y los sistemas educativos lograron que Lincoln, primer presidente republicano de los EEUU, fuera conocido y reconocido nacional e internacionalmente como un gran líder moral por su aporte fundamental a la abolición de la esclavitud en los EEUU.
Obviamente, la imagen recreada de Lincoln no es sino un ejemplo de la hegemonía cultural que ejerce la clase dominante para legitimar acciones que podrían ser cuestionadas moralmente o socialmente. Hegemonía que se ha ido expandiendo y sofisticando en la misma medida en que se han ido expandiendo, sofisticando y estandarizando los instrumentos comunicacionales, educativos y recreacionales que facilitan su ejercicio.
Desmontar la hegemonía cultural de la mal llamada “civilización occidental” es una tarea a mediano plazo. Requiere de mucha paciencia y de un trabajo de hormiguitas colectivo, organizado y permanente para identificar y entender y desenmascarar la infinidad de mecanismos que utilizan.
Como en toda materia, una manera de adquirir mayor conocimiento y destreza es la práctica. Diariamente y en cualquier ambiente, hay que dejar al descubierto la maldad y falsedad de los majunches aprendices de los grandes pinochos transnacionales. No se pueden dejar pasar los ataques infundados contra el proceso ni las calumnias contra Chávez y otros personajes públicos. Ni tampoco se puede dejar pasar las mentiras y medias verdades de nuestros propios camaradas.
Hay que formarse, informarse para poder rebatir a la oposición y hay que perderle el miedo al debate interno. Nadie tiene todas las respuestas y todos podemos aportar algo.
@mariadvillanuev