Acontecimiento de nuestra historia reciente que jamás puede ser olvidado y que fue seguido en vivo y en directo por la red de televisoras privadas del país, como un suceso “valiente y heroico en favor del retorno a la democracia.” Para ese momento ya había salido del aire el canal de Venezolana de Televisión (VTV), por órdenes directas y hechas públicas por Enrique Mendoza, quien ejercía la Gobernación del Estado Miranda.
Fecha del asedio: 12 de abril de 2002.
Lugar: Urbanización Chuao, Municipio Baruta del Estado Miranda.
Instigadora de primera línea de los sucesos: Ruth Capriles, de la red de Veedores de la UCAB, vinculada estrechamente con la gusanera cubana de Miami e integrante de la actual MUD, que para esa época se le conoció como la Coordinadora Democrática y quien desde una tarima de los golpistas en las cercanías al CCCT, informó a los asistentes al acto en respaldo al golpe de estado que de la embajada de Cuba estaban saliendo cargamentos de armas cubiertas de plástico negro (Ruth Capriles Globovisión Cuba - YouTube).
Alcalde del sector: Enrique Capriles Radonski, quien tenía la responsabilidad, como primera autoridad local, de garantizar el orden y la protección de la misión diplomática cubana.
Protagonistas dirigentes: Salvador Romaní, cubano batistero de vieja data; Ricardo Koesling, muy vinculado a la mafia cubano americana del grupo de Posada Capriles; el ex comisario de la Digepol, Henry López Sisco, acusado de perpetrar las masacres de Cantaura (1982), Yumare (1986) y El Amparo (1988), además, compinche de Luis Posada Carriles y, entre otros sujetos de la “sociedad civil” que hacían parte del grupo, Juan Cristóbal Romero, hijo de la ex ministra de Caldera II, Pilarica Romero, quien fue uno de los que actuó como más saña y agresividad en el asedio a la misión diplomática de Cuba.
Hay que recordar que el señor Capriles Radonski no tuvo el menor interés en impedir el asedio a ese territorio extranjero, conforme al derecho internacional, por hordas de criminales fascistas liderados por los nombrados, que incurrieron en desmanes increíbles, pues los efectivos de su policía municipal que se encontraban allí, en número significativo, nada hicieron para protegerlo, como era su obligación, sino que se hizo muy evidente que esos policías habían recibido la orden de cuidar y respaldar a esos desalmados, quienes no solamente destruyeron los carros de la misión diplomática, sino que mientras procedieron frente a las cámaras de la televisión a cortarle a la residencia todas los conexiones de los servicios públicos, amenazaban a quienes se encontraban en su interior, como lo eran el embajador, consejeros varios y sus respectivos familiares, incluidos niños, con matarlos de hambre, pues les gritaban desde la calle: "tendrán que comerse las alfombras, las patas de las sillas…”, etcétera, etcétera, “porque no permitiremos que entre ni una sola gota de agua..."
Pero es que tales desmanes no solamente los vimos y los escucharon nosotros los venezolanos, sino que la transmisión en vivo de los hechos a cargo de esos medios de difusión masiva que apoyaron el golpe de Estado, permitió que igualmente se difundieran por el mundo todo y más allá de que en la diversidad de posiciones políticas de esa incalculable tele audiencia, debieron haberse producido aplausos ante semejante imágenes, en absoluto descartamos que para la inmensa mayoría de la comunidad internacional aquello debió haber sido visto como algo detestable y absolutamente inadmisible.
Es importante señalar que este hecho tenía su más cercano antecedente en el asalto de que fue objeto la sede diplomática española en Guatemala a finales de enero de 1.981, por parte de las fuerzas de seguridad del gobierno dictatorial de Romeo Lucas García (1978-1982), en donde fueron bárbaramente asesinadas 39 personas, entre funcionarios de la misión diplomática y numerosos trabajadores y campesinos guatemaltecos que habían solicitado días antes protección y asilo, cuyos cuerpos quedaron calcinados luego de que los criminales invasores le metieran candela a las instalaciones e igualmente ha tenido su réplica de un suceso similar pero con mucho menos muertos, en la reciente invasión del consulado de los Estados Unidos en Libia, en la ciudad de Bengasi, donde fue asesinado el embajador de ese país (Christopher Stevens, que apoyó la revuelta contra el régimen de Muamar Gadafi) y tres integrantes de la misión diplomática y del consulado, en represalias por una película made in usa que ofende y se burla del profeta Mahoma, bajo el título “El juicio a Mahoma”, mostrándolo como homosexual, mujeriego, pederasta, bufón, hijo de dudoso origen o criminal ávido de sangre, tal y como ha sido informado por los medios internacionales.
En base a estos antecedentes, sostenemos la tesis de que si el gobierno ilegítimo de Carmona Estanga se hubiera mantenido en el poder por un par de días más, lo mismo habría ocurrido en la sede diplomática cubana en Chuao, quienes estaban en su interior habrían sido masacrados, pues otra cosa no indicaban los rostros de odio y muerte, así como el lenguaje amenazante de parte de quienes se agolparon a sus puertas ese triste y doloroso día de abril/02 y unido a ello, los llamados persistentes que le hacían al país las televisoras RCTV, Venevisión, Globovisión y Televen, incitando a la gente para que denunciaran -con la mayor urgencia- el paradero de los dirigentes del chavismo, a los fines de que los cuerpos de la policía política del “gobierno de transición” recién instalado, los detuviera y los metieran en la cárcel.
Sobre esto último vale recordar a los lectores que en el lapso transcurrido entre el día del golpe y asesinato del presidente Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973 y el 31 de diciembre del mismo año, en decir en menos de cuatro meses de instalada la dictadura de Pinochet, fueron detenidas 276 mil personas, es decir el 2,7% de la población chilena (datos de Amnistía Internacional y de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU), de las cuales cientos de ellas fueron salvajemente torturadas y fusiladas por comandos militares, hasta en las propias calles de Santiago.
Esta es parte de la historia trágica de nuestra América Latina y Caribeña, la que -lo reiteramos- jamás nos podemos dar la licencia de enterrarla. Hay que tenerla muy presente para que nunca vuelva a reeditarse en ninguno de sus espacios y otro punto, digerir la plena convicción de que el fascismo no tiene compasión alguna con aquel que lo repudia y lo condena…