Capriles se vende como un “gerente eficiente”, ideológicamente “neutro” y “sin ataduras con el pasado”, como un nuevo mesías que vino de otra galaxia para llevarnos a la tierra prometida del “progreso”, en la que no habrá contradicciones sociales y finalmente los lobos convivirán en paz con las ovejas.
Aún cuando lo niegue y lance potes de humo para confundir a los desprevenidos, ocultando su esencia fascista, el candidato del imperio y la ultraderecha, al igual que lo hizo CAPII en su momento, tiene bajo la manga la receta neoliberal del FMI con la que cínicamente nos promete la “unión y la paz”... ¿Impuesto a sangre y fuego?
En verdad, su programa expresa la ideología individualista y la lógica de la sobrevivencia del más fuerte -a través de la violencia abierta o encubierta- cobijada en la legalidad burguesa propia de la civilización del capital, en oposición a la civilización humanista fundada en la ética de la solidaridad, la justicia social y el amor, que está emergiendo de la mano de Hugo Chávez. Empero, la terca realidad siempre termina demoliendo la mentira por muy sutil que esta sea.
Dice el evangelio “por sus frutos los conoceréis” y en el caso de Capriles éstos se muestran con crudeza en su pésimo gobierno en Miranda, en su protagonismo en el golpe del 11A, en el asalto a la embajada de Cuba y, en el paro petrolero, en sus conexiones estrechas con la oligarquía y el narcoparamilitarismo uribista, en la segregación de sus propios aliados, en su reiterada conducta irresponsable ante las evidencias que lo incrimina por ejemplo, al falsear un documento militar e incurrir en cohecho para obtener financiamiento para su campaña, siendo el más grave de todos, el paquetazo neoliberal que oculta bajo la manga.
Mientras bajo la conducción del Presidente Chávez, se recuperaron los ingresos fiscales petroleros para la inclusión social y la reducción de la pobreza a través de las Misiones, se logró la independencia y la soberanía plena sobre nuestros recursos naturales y se avanzó en la construcción de una democracia participativa y protagónica mediante el desarrollo del Poder Popular. ¡El que tenga ojos que vea!.
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