Pensábamos que después de la expulsión express del, nada más y nada menos, vicepresidente de Un Nuevo Tiempo (UNT), William Ojeda, la telenovela protagonizada por este partido terminaría. Pero no fue así. Después del 7 de octubre, el plan que dirigen Manuel Rosales, Omar Barboza, Pablo Pérez y Alfonso Marquina dio un nuevo golpe político-sentimental. Todos nos enteramos que habían sacado ahora de sus filas a Ricardo Sánchez, a través de la célebre frase que él mismo pronunció: “me botaron”.
No había terminado el diputado de la MUD y director político de UNT de decir que lo habían expulsado del partido en cuestión, cuando ya Marquina aseguraba estrictamente lo contrario: “no hemos botado a nadie”. Claro está, la telenovela no llegaría hasta ahí. Sánchez replicó de inmediato que sí lo habían botado, pero indirectamente, con la designación de otro miembro en la responsabilidad de subjefe de la fracción parlamentaria. "Eso para mí es estar fuera de la militancia", dijo Sánchez.
A todas estas, los capos que están detrás de Pablo Pérez y Marquina, es decir, Manuel Rosales y Omar Barboza, poca alusión hicieron del caso y dejaron que fuese Marquina el “verdugo” del nuevo culebrón venezolano.
Muchos esperamos que surgieran voces de apoyo o siquiera de descontento de los otros partidos que integran la MUD. Pero sólo se escucharon los grillos, pues nadie dijo ni pío. Al parecer, ya los melodramas de Un Nuevo Tiempo desde hace mucho no interesan a nadie. Ya no solamente la MUD lo ve como un partido regional, sino que además Primero Justicia lo tiene en la mira.
Me explico: ya la MUD hizo mucho regalándole a Pablo Pérez su postulación a la gobernación, a pesar de que en primarias ganó Eveling Trejo de Rosales. Quizá por ello Primero Justicia le quiere dar el golpe de gracia, al colocar su cuadro Tomás Guanipa como candidato a alcalde en la mismísima ciudad de Maracaibo.
Si tengo que ser sincero, más que novela lo de Un Nuevo Tiempo es ya una narconovela, en la que los capos están más pendientes de sus guerras intestinas de cartel, que de hacer política. ¿A quién le cabe en la cabeza que previo a las elecciones del 7 de octubre, UNT expulse a su vicepresidente, William Ojeda? Pero, más aún, ¿en qué cabeza cabe que antes de las elecciones de 16 de diciembre, boten a otro de sus dirigentes protagónicos, Ricardo Sánchez?
Se trata pues de una tragicomedia, cuyo último episodio por ahora, estuvo protagonizado por Pablo Pérez, cuando éste mostró públicamente una franela en la cual aparece escrito: “en Venezuela Chávez y en el Zulia Pablo Pérez”: lo que faltaba Pablo Pérez desvinculándose del derrotado Capriles que lo derrotó en las primarias.
Mientras todo esto pasa, Manuel Rosales ha dejado incluso de lado su lucha intestina con el gobernador del Zulia (que por cierto le está quitando el partido a rebanadas) y está haciendo todo lo posible para convencer a la MUD que él no es un político “preso” (y prófugo), sino un “preso político”.
El sueño de Rosales es protagonizar el último capítulo de la narconovela, entrando de nuevo a Maracaibo en caballo blanco para “poner orden en la pea”.
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