Capriles Radonski: el último flato

No es que niegue a todo evento que el pánfilo oposicionismo no pueda tener razón en algunos asuntos que se empeña en demostrar -incluso hasta brutalmente- como es ese de la debilidad institucional dizque anidada en la Venezuela revolucionaria de hoy. No me atrevería decir que en todas las áreas, pero sí por lo menos en una: El Indepabis.
 
Pues bien, veamos muy detenidamente, por qué.
 
Es sabido que una de las incomodidades más grandes por la que un humano pasa en su vida, es por la de sufrir de flatos sin que por supuesto tenga que dejar de aceptarse, científicamente, que un volumen normal de ellos se traslada libremente a lo largo del tubo digestivo, que comienza en la boca y que usted mi querido lector o lectora sabe muy bien donde termina, por lo que me considero relevado de la obligación sintagmática de nombrarlo. Porque también quería dejar muy claramente asentado que, cuando hablo de flato, para nada pretendo hacer referencia a melancolía (acepción que igualmente le damos aquí en Venezuela) o a corriente de aire, en la atmósfera? No.
 
Y a propósito le recomiendo a mis queridos camaradas que, aunque también signifique poéticamente melancolía entre nosotros, ser no obstante prudente y evitar decirle -sobre todo a su noviecita- que se halla bajo un tremendo flato cuando esté melancólico, dado que pudiera salir corriendo, despavorida, en lugar de arrullarlo? No está demás que se lo diga.
 
Bueno, pero continuando con este asunto tan mayestático, resulta que se oye por allí en algunas radios comerciales y en televisión al flatulento matacuras que habla de la ?abombazón? en términos no sé si inesperadamente tierrúos, sobre una pildorita cuyo lema es que con ella los flatos dizque se van? ¿Cómo qué con ella los flatos se van? Y aquí es donde sospecho que tal publicidad pudiera estar resultando engañosa, impunemente. Porque es difícil que haya una institución, con más devoto sentido de la libertad, que un flato, por lo que resulta innecesario, bajo todas las luces de la razón, que necesite él de una simple pildorita para que pueda irse a vagar, libremente, por esos aires de Dios.
 
Así es que el Indepabis ha fallado inexcusablemente (lo debo reconocer) en lo de haber tenido que llamar a botón a la pildorita de marras para que explicara, y muy despacio, cómo es eso de que con ella los flatos dizque se van, sin que haya mediado, y demostrado con el mismísimo slogan, una evidente voluntad deliberada de engañar al consumidor.  No hay duda pues de que en este delicado asunto de la debilidad institucional, al obtusángulo oposicionismo, por culpa del Indepabis, esta vez hay que darle toda la razón, que además le cabe. Y así queda decidido.
 
Pero en materia electoral, extrañamente, para que los flatos se vayan sí que se requiere de ciertas pildoritas que son las elecciones. No cabe la menor duda de que, el ex presidencial candidato Capriles resultó el 7-O todo un flato, aunque se hubieran empeñado  en llamarlo flaco. Pero se le dio por tanto a tomar su pildorita electoral de apropiados miligramos, y se fue; resultando tan cabezudo, como flato electoral Capriles Radonski, que si bien se fue, no lo hizo del todo al haberse aferrado a un meandro del tubo digestivo-electoral de la patria, que es Miranda, razón por la que el 16 de diciembre habrá que darle otra pildorita, que esta vez será de 500 mg, y cuya marca patentada es, Elías Jaua.
 
¡Mirandinos y mirandinas: rechaza una vez más su oferta engañosa. Toma la píldorita Elías Jaua para que se vaya definitivamente el irritante flato Capriles Radonski!
 

Publicidad autorizada por el CNE. 

 

canano141@yahoo.com.ar



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Raúl Betancourt López


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