Yo sigo con mi tema: el mundo está, es, o ha sido siempre confuso. Muy confuso. Ojalá que en apariencia. La realidad afortunadamente en mucho es apariencia y conjetura. La realidad no existe, sino como una mera travesura del alma humana… Y excúsenme la redundancia. Por eso resulta divertida no obstante su tristeza. Algunos me reprochan y me dicen: ¿Vas a seguir con tu ladillita? Y les contesto, primero que no sean vulgares, y luego: ¿qué quieren… qué piense que el mundo está equilibrado, lógico, bañado de una luz que nos alumbra el futuro de manera tal que no haya necesidad de verlo? ¡No me jodan! ¿Por qué creen que a menudo preguntamos, cómo ves el futuro, mano (o mana)? Pues porque el futuro está situado en el lado más oscuro de la vida. Ni más ni menos, coño. Porque si lo viéramos alumbrado y claro, para qué tendríamos que preguntar entonces que cómo se ve. Así que dejen la ladillita ustedes. Y me tomo la tensión arterial para ver qué secuelas deja en mí ese altercado tan estéril y sobre todo tan soliviantador de mi apacible espíritu. Y, confirmado mi 120-80, continúo entonces con mi ladillita… ¡Perdón, con mi tema!
Ahora la confusión gira en torno a dónde está Chávez. Que si en Rusia, que si boqueando, que si la cámara hiperbárica no sirve pun carajo, que si patatín, que si patatán, y así todo lo que se le ocurra pensar a unos cuantos de muy pobre imaginación. Para este humilde especulador, Chávez está en la Habana tranquilo, descansando, recobrando fuerzas invertidas en sus vicisitudes de presidente, candidato presidencial y líder de una revolución dentro de una convalecencia post operatoria concomitante con aquellas actividades, autorizado para eso por la mayoría categórica del pueblo venezolano. Y punto. ¿Por qué? Porque se lo merece, coño. Y no hay como merecerse las cosas. ¿Y es que acaso alguien pudiera pensar que no se lo merece? ¿Y entonces? ¡Si los escuálidos no pueden vivir sin Chávez que se chupen el dedo, o se metan un chupón y se acuesten a dormir! ¡O que vean VTV! Pero déjenlo tranquilo que descanse, que se recupere, que se relaje por algún higiénico tiempo. ¡Por favor! ¡Dejen la ladillita! ¡Está bueno ya!
Pero honestamente no he dejado de pensar qué podría estar haciendo Chávez. No porque me inquiete, no, sino por simple desafío a mi fisgoneo científico. Es inevitable. Soy un especulador terco, empedernido. Un ser que acosa la verdad, a todo evento. Y en torno a eso me ha llamado la atención un detallito muy diciente, que pudiera confirmar mi atribulado cálculo: que desde que Chávez se fue para Cuba, tampoco se ha sabido más de Rosita y Diosa. ¿Acaso será que se acabó el agudo conflicto aquel? ¿O será, como sospecho, que en algún local apropiado de Varadero, Chávez y Fidel, están mediando?
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