No sé cuándo llegará el día que me convierta en confesor y deje aunque por ratos de ser un tipo simplemente confeso.
Confieso que la última foto “cool”, de Diosa, me ha dejado luengamente turulato. Estoy sospechando ya, que, pudiera ser esto, una habilidosa maniobra de los asesores de Capriles para turulatear a los hombres de izquierda y, seguro, que hasta algunas mujeres también. Y cuando estoy turulato (que es como lo contrario de estar turugón) tiendo a sentirme más bruto de lo que soy, y, eso, mucho me entristece.
Tratando de entender este enojoso asunto, vino a mi memoria una afirmación hecha un año atrás por parte de investigadores canadienses de la universidad de Brock, en Ontario. Los datos que llevaron a su conclusión se recopilaron durante 50 años cruzando la información de más de 15.000 personas, comparando su nivel de inteligencia cuando niño, en relación al nivel de sus pensamientos políticos siendo adultos. Y el resultado fue –no sé si sorprendente, por saltar tan a la vista– que las visiones políticas de derecha son (o tienden a ser) menos inteligentes que los de izquierda; advirtiendo incluso que los niños de menor inteligencia tienden a desarrollar pensamientos racistas en su adultez.
Y puede ser verdad, porque en estos tiempos de mortales inoculaciones, otro equipo de científicos organizados en empresa han pichado al mercado una pastilla que logra arrebatarle hasta cincuenta puntos al cociente intelectual. ¿Su nombre? MinusIQ. Confieso que mi cociente reiterado, es de 50. Entonces, en mi caso muy personal una sola pastilla bastaría para dejar mi cociente intelectual en cero. Imagínese el lector o lectora el peligro que significa la fulana pastillita esta. Y la razón sostenida, para elaborarla, es que existe el convencimiento de que la mayoría de la población del planeta nunca llegará a ser más inteligente. De modo que el que tendría que cambiar es el más inteligente; o sea, el, o la izquierdista porque dizque está en minoría. Mire usted.
A la par de esto, no habría que perder de vista –dado que resulta burda de notorio, y también, de comunicacional– que al menos los dos últimos candidatos presidenciales de la contrarrevolución son asombrosamente brutos; diría, que tan brutos como este servidor. Y lo más grave es que esos candidatos han salido de un entorno sorprendentemente “brillante”… Mire usted.
De allí pues que, pudiera resultar muy probable, que tal droga embrutecedora la esté fabricando la empresa británica por encargo de la MUD, mediante legítimos fondos aportados por la NED. Y que, pudiendo ser importada con dólares del SICAD, llegue al país con premura para poder ser administrada en diferentes dosis a los revolucionarios y revolucionarias, a fin de ponerlos a la par de los escuálidos y escuálidas. Ah, y uno de los efectos secundarios de la pastilla, es que además de brutos, como ellos, nos pueden convertir también en racistas y extremadamente intolerantes, también como ellos. Y eso resultaría muy eficiente para prender la mecha, que es un objetivo señero de parte de la MUD.
De manera que se impone de aquí en adelante tomar varias medidas de seguridad, como vigilar a Nicolás Maduro a ver si comienza a hablar como Capriles. Y, si acaso Nicolás llegara a encontrarse a Capriles, no debiera quitarle en ningún momento la mano de encima a su taza de café, y abstenerse de ir al baño, así se esté haciendo... Y, así mismo, cuando alterne con algún escuálido o con algún revolucionario que hable como escuálido. Que los hay. Pienso también que todo revolucionario o revolucionaria debiera abstenerse de hacer el odio con escuálida o escuálido. Y, hablo de odio, porque, como bien es sabido, ellos no hacen el amor…
Y como hay mucho articulista por allí, que lo que hace es mamar gallo y no aporta nada constructivo, dejo constancia expresa que todo lo dicho anteriormente lo he dicho en serio demasiado. Y que no habría aporte, más gigantesco de mi parte, que este de evitar que nos embrutemos… No perdón, embrutemos diría Capriles, que nos embrutezcamos.
canano141@yahoo.com.ar