La canalla mediática nunca dejó el tema Chávez. No pudo con él, pero tampoco sin él. La canalla mediática necesita el liderazgo revolucionario más que la revolución misma. En el drena su estilo putrefacto de negar verdades, esconder obras, enturbiar logros, manipular expectativas y manosear las insatisfacciones de un pueblo que ha entendido de manera mayoritaria que es preferible entrarle con las 3 R a las debilidades que hacer leña de ellas.
La canalla mediática no capitula. No se crean cuentos de hadas con la señal de Globovisión y mucho menos tregua en esta guerra cotidiana de IV generación. El asedio a la revolución ha sido cosa de todos los días en estos 14 años. Promediando en el calendario estamos hablando de poco más de 5 mil días luchando en una batalla miserable, donde no importa cuántos ganan o pierden, sino cuánto perdemos todos.
El comandante eterno gobernó sobre la controversia y la polémica. Chávez, un hombre llano y en el fondo tan sencillo como cualquier venezolano se forjó al calor del asedio de la canalla mediática. Tremenda escuela la de nuestro comandante. En ese mismo escenario se debate hoy Nicolás Maduro, el presidente obrero al cual, por haber sido formado en la lucha sindical intentan descalificar. Esos son los errores de la canalla que debemos desnudar.
Para ellos el trabajador es bruto, no puede ser presidente, no tiene cualidades para llevar las riendas del gobierno, no puede representar los intereses de la Patria oligarca que, de manera distorsionada ellos conciben en sus afiebradas escuelas políticas. Aquí ciertamente no hay 7 millones de oligarcas y ese es otro punto para el análisis. Buena parte de los que votaron por Capriles no se parecen a él, no son oligarcas, ni siquiera han viajado nunca a Manhattan, no han comido langosta, pero en su cerebro funcionó el chip que sembró la canalla. El flaco estuvo de moda y aun cuando no es Chávez, usa gorra tricolor y hasta se sabe el Himno Nacional.
La propaganda sucia de la canalla funcionó y eso se tradujo en confusión. La confusión se solapó a la incertidumbre y a la depresión generada por la muerte del comandante Chávez. Hoy la canalla persiste en su asedio, mantiene sus estrategias para calar en la mente de los incautos y el cerebro de los resentidos.
Cito todo esto porque desde ya nos adentramos en una nueva contienda electoral. El escenario es otro. Vamos al encuentro de los intereses más cercanos de la gente: elecciones de alcaldes, alcaldesas, concejalas y concejales. Así como el escenario ha variado, los actores también. La canalla aceita a sus operadores en las regiones y el asedio se profundiza contra los líderes y lideresas de la revolución. En Bolívar el diputado Andrés Velásquez es el más obediente títere de la canalla. Lástima que quien una vez ostentara el título de líder hoy se haya conformado con ser apenas un muchacho de mandado. Se impone la escuela de Chávez. Sobreponernos a cada puntillazo, imponer la controversia y demostrar que otra de las enseñanzas que nos legó el eterno comandante es, precisamente, ser polémicos por naturaleza y con convicción.
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